domingo, 26 de junio de 2011

96. Calzoncillos al aire 


Hay anuncios de televisión que funcionan como detonantes de nutritivas y jugosas reflexiones; el último de esta clase que he visto es el de un todoterreno (Toyota Rav4), donde un par de chavales quinceañeros observan a un pureta de treinta y pico cargar su flamante coche. Al tipo se le ve feliz, seguro de sí mismo y relajado, a punto de emprender un viaje de vacaciones. Lo último que carga es una tabla de surf, y cuando la deposita en la baca del coche, los chavales observan cómo se le baja un poco el pantalón y deja al descubierto los calzoncillos. Ha sido algo fortuito, debido al movimiento de alzar los brazos para dejar la tabla, pero los chavales lo interpretan como una forma de vestir habitual en el treintañero.
A continuación los dos chavales se miran con cara de haber descubierto el secreto del éxito (gran coche, pedazo de casa, tabla de surf…) e imitan al tipo del todoterreno. ¿Cómo? Fácil, bajándose los pantalones y dejando sus calzoncillos al aire.
El anuncio termina con una frase tipo: “sólo el pionero puede marcar tendencia”.
Lo cierto es que es magnífico, tiene sentido del humor y puedes recordar de lo que iba el anuncio. Por mí, si todos los anuncios fueran de este nivel vería mucho más la tele (de hecho, ahora que lo pienso, se podría crear un canal de televisión exclusivamente para la publicidad con este tipo de anuncios. Normalmente no me gusta dar ideas lucrativas en público porque prefiero aprovecharme de ellas, pero como no tengo ninguna tele y no creo que vaya a fundar ninguna… ahí la tienes por si le sacas jugo).
Tras ver un par de veces el anunció me acordé de las clases de Adrián Huici, un profesor de la facultad de Ciencias de la Información de Sevilla, (Ciencias de la Comunicación hoy). Huici nos hacía sacarle punta a todos los anuncios, analizándolos de manera pormenorizada, viendo la carga ideológica, mercantilista o sexual o de cada spot televisivo. Así que, recordando al magnífico profesor, me puse a enredar las neuronas.
Desmontado ya el viejo tópico de que los españoles somos muy creativos (más bien de ingenio picaresco y sólo en tiempos de escasez), nuestra sociedad podría al menos contentarse con copiar bien, es decir, imitar con criterio. No pasa nada por hacerlo, forma parte del aprendizaje humano. Tenemos un lenguaje que comprendemos y que ayuda a comunicarnos con quienes lo conocen porque en su día imitamos a papá y a mamá (o al pesado de turno que se ponía frente a nuestro carrito), y así aprendimos a decir agua, sí, no, y algunas palabras más que nos hacen la vida más cómoda (como cerveza fría, por ejemplo).
Pues bien, aquellos dos adolescentes desnortados funcionan en el anuncio como nuestra querida patria en la realidad, que ve y envidia el éxito ajeno y, desesperada por conseguir resultados parecidos, copia lo que cree que resulta más fácil para luego fracasar estrepitosamente. ¿Para qué copiar el rigor de los alemanes, la capacidad de liderazgo de los ingleses o el civismo francés? O al menos la elegancia italiana, quizás por ser, aparentemente, más sencilla y más relajada de aprender. Qué va, hombre. Aquí es mejor seguir la moda imperante, despreciar la heterogeneidad, sepultar la creatividad y carecer de criterio a la hora de aprender de los demás. Así vamos por el mundo, con los pantalones flojos, enseñando los calzoncillos por media Europa y sin comprender por qué tenemos una crisis más gorda que los demás. Eso sí, siempre nos quedará Grecia y Portugal. ¿Por qué será que nos encanta compararnos con ellos?
     

4 comentarios:

Miguel Ángel dijo...

Pero cómo vamos a copiar las virtudes ajenas... Nuestro lider espiritual (que por otra parte tantas cosas buenas ha hecho en sus inicios) tras convencer a propios y extraños de que la mejor arma para nuestro desarrollo es la investigación y la educación, decide, a las primeras de cambio y ante la primera piedra en el camino, aprobar un recorte monumental en investigación. El problema en estos casos es que lo que tarda muchos años y esfuerzo en ser construido, solo necesita de un par de recortes para ser derrumbado devolviéndonos a los niveles de la mejor era "Aznar".

Ricardo Montes de Oca dijo...

¿Líder espiritual? ¿Hablas de Carlos Jesús, el de la galaxia Reticulín? Bueno, a mí me parece que las virtudes no las copiamos, pero los defectos nos encantan. Como la izquierda oficial (PSOE) se hunda vamos camino de convertirnos en Italia. ¿Y cuál de los líderes de la Derecha se parece más a Berlusconi? Yo creo que empieza por C y termina por amps. Un saludo, investigador, y recuerda, cuando investigas no sólo lo haces por puro prurito profesional... sino también por España.

Anónimo dijo...

Copiar esa es la clave, pero c... copiar bien y, lo bueno. Según un tal Emilio Duró que circula por youtube y que habla del optimismo...se trata de eso de copiar, pero c... bien, lo bueno, sino además de copiones, capullos!
Enhorabuena, sigue escribiendo!!!!

Ricardo Montes de Oca dijo...

Muchas gracias y una reflexión. Hay que copiar con criterio, como cuando íbamos al cole (instituto y facultad) y siempre nos copiábamos en los exámenes de los empollones. El caso es que yo fui empollón, pero de mí nadie se copiaba porque mi letra es una pequeña aberración. Alguna ventaja tenía que tener. Un abrazo.