domingo, 24 de abril de 2011

87. Partido Racionalista
    
Lo sé, lo sé, aún no lo he fundado ni lo haré, convencido de que toda buena idea la acaban pervirtiendo los mamones de siempre, pero no por eso voy a dejar de lanzar unas cuantas propuestas electorales para las campañas que se avecinan. Como sé que el programa electoral de un partido político es cada vez más secundario (qué tiempos aquellos en los que creíamos que elegir a un partido o a otro era tan fácil como comparar sus programas electorales) no temo en absoluto que me copien las ideas los dos grandes partidos ni los nacionalistas. Es más, si tienen huevos que lo hagan… pero algo me dice que no caerán en esta provocación.
Primera propuesta. Cambiar la ley electoral. Se dejan los 350 escaños de siempre, se crea un único colegio electoral como en las elecciones europeas (mismas listas votes desde donde votes) y se encarga al Colegio de Matemáticos nacional una fórmula justa y simple para asignar los escaños a los votos (si no existiera dicho colegio en España contratamos a uno de fuera, preferiblemente alemán). Eso en cuanto a los parlamentos y ayuntamientos. A los líderes se los elige directamente. Elecciones presidenciales y elecciones directas a la alcaldía.
Segunda. Reforma de la financiación de los partidos políticos, impidiendo que se endeuden como lo hacen y acabando con la dependencia que tienen con los bancos. Con las nuevas tecnologías se ahorrarán un huevo y, de paso, con el huevo de más y la deuda de menos, podrán acotar un poco la vida sin reglas del mundo financiero patrio (ni por esas lo harían, pero hay que reclamarlo). También habrá que regular adecuadamente las aportaciones de los particulares (no me opongo, pero con límites) y, en definitiva, volver transparente la opaca financiación de los partidos. Ante la duda, que la Fiscalía Anticorrupción haga acto de presencia.
Tercera. Estatuto del político. Ellos y ellas no pueden autorregularse, suficiente es que le digan al resto de profesionales y ciudadanos lo que deben cobrar, sus derechos y obligaciones. A partir de ahora serán otros ciudadanos quienes dictaminen las normas que guíen los pasos del político profesional: sueldos y duración de los cargos políticos (no más de 8 años en los puestos de presidentes y alcaldes, ni más de 24 en la vida pública en general), régimen muy estricto de incompatibilidades (si están en política y cobran por ello significa dedicación absoluta, no queremos pluriempleo) e inhabilitaciones de por vida en los casos de corrupción. ¡Ah!, por cierto: primarias obligatorias para todos los partidos políticos.
Cuarta propuesta. Reforma de la justicia. Informatizar desde el Tribunal Supremo hasta los juzgados de paz (pasando por audiencias nacionales, provinciales, juzgados, etc.). Dotar de más personal a los juzgados. Revisar el código penal y civil para adecuar las sanciones y castigos a las faltas y delitos cometidos. Sancionar a los jueces por baja productividad. Potenciar la figura del jurado popular.
Quinta. Acabar con las diputaciones provinciales, fomentar las uniones administrativas de municipios sin temor a los catetos de siempre y terminar con el mamoneo entre administraciones y competencias. O sea, si se distribuyen competencias también hay que dar dinero para asumirlas. Si se especulan con ellas o se falla estrepitosamente en su gestión se quitan las competencias.
Sexto. En caso de duda, copiar a un país más civilizado y con más experiencia democrática que el nuestro, con preferencia a los nórdicos y a los anglos. Copiar no es malo, la civilización humana se basa en ello: el uso generalizado de la rueda es una prueba fehaciente.
Conforme se me vayan ocurriendo más ideas racionales las iré escribiendo. Por cierto, también valoraré las tuyas; ahí tienes el contador de comentarios a cero.