domingo, 10 de julio de 2011

98. Promesas de un tío importante

La inteligencia al servicio del poder no siempre mejora la suerte de la comunidad, es más, casi nunca lo hace, y menos en tiempos de crisis cuando la prioridad de cualquier administración pública o privada es salvarse el culo. La imagen del capitán del barco abandonando en último lugar la nave o hundiéndose con ella es una ficción más con la que entretenernos, como la de evacuar primero a los más débiles. Ellos, nosotros, la clase empobrecida en definitiva, aunque nos empeñemos por orgullo y décadas de costumbre en autocalificarnos como clase media, somos los primeros sacrificados y los últimos en ser rescatados del gélido mar y la noche oscura. Pero si no nos quejáramos como lo hacemos (y más y mejor que nos tendríamos que quejar) volverían los tiempos del medievo sólo que con presencia de ordenadores y bombas nucleares.
Visto lo visto, Rubalcaba me parece una suerte de Rasputín, un tipo brillante para influir en el poder, un asesor cada día más imprescindible que termina siendo la mano derecha del poderoso… y que hereda porque era el único que quedaba (ya se encargó de que fuera así). Desde luego es el mejor candidato del PSOE desde Felipe González y mucho más capaz que Mariano, pero probablemente sea insuficiente.
Sus hechos lo definen como un tipo que no se ha salido ni un milímetro del dictado neoliberal de gente como Rato, Solbes o Miguel Ángel Fernández (gobernador del Banco de España), un dictado errático, incapaz de reconocer sus errores y que encima pretende decirnos cómo apagar el fuego que ellos mismos han originado y alimentado. Rubalcaba es uno de ellos aunque de los más brillantes. La pedagogía a la que alude y que sus seguidores le reconocen y alaban no es más que instrucciones claras que deben seguir los demás para ayudarlo.
No veo en el PSOE un partido que quiera afrontar la transformación de España (en el PP ni me lo planteo, pues sirve al poder, cada día es más corrupto y se ha convertido en uno de los medios más idóneos para medrar en esta sociedad por parte de gente de la calaña de Camps y el peperío valenciano y nacional), que quiera elevar el nivel educativo de las masas españolas, que desee o sepa acercarnos a la mejor tradición europea de sociedad fuerte, civilizada y con un alto nivel formativo. Los nuevos yacimientos de empleo que contempla el PSOE de Rubalcaba (medio ambiente, energías renovables y atención a los mayores y discapacitados), aparte de gastados y con poco rendimiento –los dos primeros, el tercero se salva pero va ser, sin lugar a dudas, fuente de sueldos miserables y resultados escalofriantes: personas dependientes siendo atendidas por trabajadores escasamente cualificados y sumamente cabreados- ni siquiera motivan como ficción a las masas empobrecidas. No me extraña que el suicidio avance y se consolide en la alegre España, pero sería esclarecedor que dijeran la repercusión de lo laboral en la tasa de suicidios: tanto la falta de curro como la sobreabundancia de jefes y jefas cabrones y cabronas (por no hablar de la vileza compañeril).
Podrían motivar a la peña diciendo que van a transformar el país, que se va a emprender una reforma educativa implantando el método educativo de Ramón Campayo, y haciendo de la educación, de paso, un nuevo yacimiento de empleo, o de la industria del entretenimiento (cine, literatura, videojuegos, televisión de calidad) o potenciando el turismo y no sólo el de playa y en verano.
Pasa lo mismo que con la reforma de la ley electoral, si para tener una medio decente hay que reformar la Constitución ya sabemos que no la vamos a tener. Si es esto lo mejor que nos ofrecen Rubalcaba y el PSOE, las promesas de un tío importante, el señor de casino provinciano decimonónico llamado Mariano no sólo se convertirá en el próximo presidente de España: será el presidente que nos merezcamos todos.