domingo, 23 de enero de 2011

75. Picha brava
 
No entiendo a qué viene tanto escándalo por el putero de Berlusconi, a excepción de sus relaciones con menores de edad, claro, pero me sorprende que Europa se rasgue las vestiduras porque el tipo se monte orgías con cinco o seis prostitutas. Entiendo que sea una noticia, incluso podríamos abordar la moralidad del primer ministro italiano si en su país la prostitución fuera perseguida (lo ignoro, supongo que pasa como en España: se tolera aunque, de vez en cuando, se dificulte con algunas medidas “populares”), pero, salvo la menor –que ya es mucho, suficiente para llevarlo a la cárcel-, Berlusconi podría montárselo como quisiera sin que nadie, salvo su mujer (ahora exmujer), tuviera derecho a cuestionarlo.
Me pareció mucho más grave la compra de diputados italianos, la amortización instantánea de sus hipotecas para que la moción de censura no fraguase y se echara al primer ministro. Eso fue lo realmente grave, mucho más teniendo en cuenta que toda Europa sabía lo que estaba sucediendo en tiempo real, incluso antes de que se votara oficialmente. Hace unas semanas no necesitamos a Wikileaks para que nos informara de que Berlusconi estaba comprando, literalmente, los votos de unos cuantos diputados para seguir al frente del gobierno italiano.
He escuchado en más de una ocasión que los italianos lo votan porque es lo único que hay, que si es malo peor sería prescindir de él pues el vacío o sus sucesores en el cargo lo harían peor. Lo dudo. No estoy al tanto de la política italiana, me aburre tanta corrupción y vasallaje, tanta falta de escrúpulos y el desprecio constante hacia la ciudadanía aunque, al menos, la existencia de Silvio nos ahorra a los españoles ser el centro de atención del resto de Europa.
En fin, así somos en el viejo continente, más preocupados por el carácter putero del picha brava, que por la indecencia de su conducta política y empresarial. Estamos más informados de sus orgías en Villa Certosa que de los medios de comunicación que posee. Más interesados en cuánto le salía una noche de juerga y farra que en el hecho de que se hayan ventilado a CNN+ por Gran Hermano.
Hay cierta admiración mal disimulada en el hecho de centrarse en su vida de putero. Berlusconi debe partirse la caja torácica cuando oye al Papa pedir decencia, cuando ve que los periodistas se centran en las declaraciones de las prostitutas. Sabe que en países como Italia o España dicho comportamiento sumas más que resta, sobre todo si no alardea y se limita a sonreír y a negar levemente cuando le preguntan. “¿Qué pasa, me acusan de que me gustan las mujeres? ¿De qué se me van los ojos ante una mujer guapa y joven? Sí, soy culpable de eso, y también de ser millonario y presidente de mi país, de tener éxito en la vida gracias a mi esfuerzo. A mí me odian los envidiosos, quieren tener lo mismo que yo y como no pueden hacerlo, porque no trabajan lo suficiente ni tienen mi talento, me odian y me vilipendian, incluso llegaron a partirme la cara con una réplica de la catedral de Milán”. No, no lo ha dicho así, pero es el argumento básico de su discurso, de su comportamiento. Luego hay otros más oscuros y peligrosos, como su poder sin límites en Italia, sus tentáculos en España, sus contactos con la Mafia y su absoluto desprecio hacia la democracia. Pero Berlusconi, a pesar de todo su poder mediático, político y económico es solo un hombre. No es tan peligroso ni imbatible. Lo realmente espantoso y terrible es la muchedumbre, la que le vota, la que lo admira y sustenta.