domingo, 8 de mayo de 2011

89. Un día de reflexiones

Uno se pregunta –ese uno soy yo- si lo que aprendió en el colegio vale de algo cuando las sociedades se vuelven imbéciles y cobardonas. La reflexión viene por el asesinato de Bin Laden –sí, asesinato, y luego entramos en detalles- y los comentarios de políticos y tertulianos españoles, tan acomodados a opinar y escandalizarse sobre lo que hacen fuera de nuestras fronteras, como si de verdad la comunidad internacional estuviera interesada en lo que pensamos (pero si ya nos conocen, hombre). Digamos que, a nivel general, la peña hispana se ha dividido entre los que se han mostrado a favor y en contra del asesinato. Y luego ha habido multitud de matices un tanto absurdos entre los que se trataba de dilucidar si era asesinato, acto de guerra, represalia, etc. Por último, hemos tenido a unos cuantos creadores de ficciones (los que se está perdiendo la literatura y el cine, por fortuna) en el que tratan de enmendarle la plana a los USA diciendo que lo mejor era capturarlo vivo para luego enjuiciarlo y luego... exacto, condenarlo a muerte, o sea, lo mismo pero con juicio previo.
Quede claro que a mí Bin Laden me parecía un cabrón de tomo y lomo, y su asesinato no me conmueve lo más mínimo. Mejor sin que con él. Otra cosa es que su asesinato sirva para frenar a Al Qaeda, lo que es obvio que no pasará, pues si algo la distingue es la fuerte autonomía de sus cédulas terroristas. Tal vez si la “inteligencia” occidental se dedicara a estudiar algo sobre los reinos de taifas que hubo en la Península Ibérica, allá por el año 1031, aprendería a combatir un poquito mejor el terrorismo yihadista.
Otro matiz un tanto absurdo era cómo nombrar al asesinato, como si el hecho de utilizar la palabra matar, asesinar o ejecutar cambiara en algo la realidad. Iban a por su cabeza y la han obtenido, desde el principio fue así, y ahora entramos en si era lícito o no obtenerla (a mí me parece que sí).
Otro asunto es el hecho de que si las torturas a los presos de Guantánamo justificaban el desenlace (rotundamente no), es más, dudo mucho que la información obtenida de los torturados sirviera para localizar y asesinar a Bin Laden (y aunque hubiera servido estoy en contra). No obstante, aquí sí que vemos una reacción anglo que les hace diferente a los demás, aceptando como “cuestión abierta” el hecho de que la tortura sirva contra el terrorismo. O sea, el propio poder estadounidense reconoce las torturas y el hecho de que a lo mejor no sirven. Son unos cabrones pero al menos lo admiten.
Y por último, las felicitaciones de don Mariano me helaron la amígdala, esa parte del cerebro reptiliana que tenemos los hombres (y las mujeres) y que en el caso de los muertos de The Walking Dead les hace ser tan cabrones y tan caníbales. Resulta que el PP se lleva media vida mentándole el GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) al PSOE, poniéndose muy sensibles y muy democráticos (por cierto, que en tiempos de la UCD y con Martín Villa de ministro del Interior -o de Gobernación, como se decía entonces- también hubo guerra sucia a cargo del Estado. Martín Villa es pepero y la UCD gobernó desde 1977 a 1982, luego entraron los socialistas. Conviene recordar estas cositas aunque parezca un capullo), y luego va don Mariano y felicita a EE.UU (¿despertarían a Obama para decirle que llamaba Rajoy? ¿Traducía Moragas o Aznar?). ¿En qué quedamos? ¿Apoyamos la guerra sucia o no la apoyamos –bueno, ellos también la practicaron, o sea, que sí que la apoyan-, querido PP?
En fin, creo que hay una palabra que se llama excepción y que sirve para asimilar todo esto. Es mejor pensar por uno mismo a esperar a que el partido político de turno te diga si algo que ha pasado es bueno o es malo. Al final tanto tratarle a uno como un gilipollas lo acaban convirtiendo en eso mismo.