sábado, 24 de abril de 2010

37. Desde el paraíso

En un lugar del paraíso de cuyo nombre no debo dar cuenta, se produjo un encuentro casual entre el héroe americano por excelencia, Superman, y Alonso Quijano, conocido como Don Quijote de la Mancha. Desde una nube blanca y esponjosa nuestro compatriota observaba con una mirada triste la actualidad española.
-Buenos días, Super, ¿cómo está vuesa merced? –le preguntó nuestro héroe al estadounidense sin ni siquiera girarse.
-Bien, acabo de sobrevolar mi país y… bueno, con todos sus problemas parece que tenemos a un líder valiente. Obama está luchando por una reforma sanitaria sin precedentes, y les ha dicho a los banqueros que no perjudiquen los esfuerzos que está haciendo el país por una economía más justa y sostenible, sino que se unan a ellos. No sé, ese tipo se las apaña por decir cosas sensatas, creíbles, es un buen líder. Y tú, ¿qué contemplas que pareces tan malhumorado?
-España.
-¿Algún líder interesante? ¿Lo tendremos por aquí algún día?
-No al presidente, desde luego, tal vez a un juez.
-¿Qué ha hecho? ¿Alguna hazaña contra nuevos molinos?
-Verás, Súper, la cosa en Europa es un poco diferente, y en España, más todavía. A ti todos te admiraban y te siguen queriendo en tu país, te animaban contra los malos porque sabían que eras noble y fuerte, entregado a los más débiles. Ellos te habrían seguido a cualquier lado. A mí me llamaron loco y me insultaron, eran otros tiempos, ya lo sé, pero los héroes en mi tierra son como gladiadores desnudos ante leones: la gente quiere ver como la bestia se come al luchador. Luego lo alabarán y criticarán a partes iguales, pero primero lo quieren ver destrozado para elevarlo a categoría de héroe. Ya ves, una tragedia griega pero a la española. En mi país, los que van detrás de ti no te salvarán del enemigo si saca la Kriptonita, qué va, allí te patean el culo, te animan a que seas su representante y te partas el cuello y el alma por ellos para luego dejarte sólo ante la catástrofe. Luego dirán de ti que te pasaste, que fuiste iracundo, problemático, demasiado impulsivo o abnegado. “Se lo estaba buscando”, dirán, y lo peor es que tienen razón.
-No te sigo –dijo Superman algo contrariado.
Don Quijote sonrió, aquel chico de Kansas era demasiado bueno para entenderlo.
-Tienen razón porque al final compruebas que todo el sacrificio que has hecho no ha merecido la pena. Tal vez a nivel individual puedas sentirte orgulloso de ti mismo, aunque con lo malparado que sales es dudoso. Quizás tus hijos y allegados te recuerden con admiración (aunque siempre dirá alguno que estabas loco, ido, o que eras un orgulloso irredento), pero poco más, al final te das cuenta de que has peleado para que después regresen a sus casas, a sus miedos, al “vivan las cadenas y muera la inteligencia”. Y tú habrás perdido tu vida y hacienda por semejante calaña. ¿No habría sido mejor quedarse en casa?
-Tú no lo hiciste. Luchaste, caíste y te volviste a levantar.
Alonso Quijano sonrió con tristeza.
-También el juez. Ha luchado contra el terrorismo, la corrupción política, los narcotraficantes, ha tocado a los rojos y a los azules, y hasta con los de fuera se ha atrevido.
-¿Y se han juntado todos sus enemigos contra él, se han agrupado para derrotarlo?
Aquí el gesto de Alonso Quijano se crispó.
-No, ha sido en la retaguardia, por aquellos que no hicieron lo mismo que él habiendo tenido las mismas oportunidades, incluso más, pero les faltó valentía, inteligencia y sensibilidad. Sus enemigos son sus iguales, los que juraron defender una sociedad y un país de los que se ríen todos los días. Flojos y endebles ante la injusticia cuando no auspiciadotes de la misma, ahora han cobrado energía e impulso para destrozarlo.
-¿Y los españoles? ¿Qué hacen?
-Muchos lo ayudan, algunos son incluso poderosos, pero él no tiene al país detrás como lo tendrías tú. Los azules lo odian y muchos de los rojos no se fían de él; en cuanto al resto contemplará al caballero sin espada batirse ante la bestia con las manos desnudas. Lo animarán, pero no bajarán a la arena a intimidar a la cobarde, vil y mezquina bestia. En España, Super, el héroe que no es un mártir, no es heroico.
-Entonces durarán poco y nadie querrá seguir su ejemplo.
Don Quijote sonrió.
-Castigan al bueno y benefician al vil; y luego me llamaban loco por desfacer entuertos y batirme contra molinos. ¿Quién es el loco, Super?