miércoles, 12 de octubre de 2011

106. Estimado compatriota

           Antes que nada quiero que sepas que entiendo la putada tan gorda que supone que os cierren ambulatorios y despidan a personal sanitario y docente; de este desmantelamiento progresivo del estado del bienestar, me temo, no se va a salvar ninguna región de España, aunque Cataluña, como en otras ocasiones, haya sido pionera. Lo lamento porque sé que también me tocará a mí, que vivo en Valencia, y es posible que en Andalucía acabe pasando, de donde soy y vive casi toda mi familia y muchos amigos.
          Sé también que las paridas con las que últimamente se prodigan los políticos catalanes contra mi tierra (nación, país, región… tú mismo) son prejuicios generalizados que tenéis en Cataluña –no te apures, tampoco os apreciamos mucho por aquí abajo, para qué engañarnos-, pero sobre todo funcionan como una cortina de humo un tanto burda y cateta con la que disimular los tijeretazos de CIU. Probablemente el tripartito no fue un dechado de virtudes, pero me parece que vivís peor con los convergentes, que no sólo os quitan derechos fundamentales sino que de paso os enemistan con el resto del país.
          Y no sólo lo digo por las declaraciones de ese calvo sobrevalorado en Madrid, Duran, que con decir “me presento como español” ya tiene babeando en sus rodillas a la derecha madrileña (se merecen respectivamente, menuda panda), ni tampoco por las dificultades de compresión de vuestro presidente, Mas (a ver, a ver, el acento de Shakira, ¿a cuál se parece más? ¿al de un catalán o al de un andaluz? ¿Y el de los cientos de millones de hispanohablantes no españoles? Se parece un poco al acento de los canarios, extremeños y andaluces, ¿no? A lo mejor el problema –o poblema, tú ya me entiendes- lo tiene Mas y los que hablan como él). Tampoco lo digo por las declaraciones de Monserrat Nebrera (sí, hombre, la ex del PP catalán que cuando llamaba a un hotel de Córdoba ni entendía ella ni la comprendían; no me extraña, ni en su propio partido lo hacían) ni por los insultos (cretino, subnormal profundo) que Alejo Vidal-Machote-Quadras le dedicó a Blas Infante, y tampoco lo digo porque el independentista Joan Puig dijera aquello de que en Andalucía no pagaba ni Dios (salvo Jordi Pujol cuando se pasea por Huelva, se entiende).
          Lo digo sobre todo, estimado compatriota, y ahora hablo de vuestra mala imagen en España, porque en términos de altura, y comprende el símil, un catalán es un tipo de 1,75 que anda como loco buscando a otro tío de 1,72 para llamarlo bajito. Y sí, a pesar de vuestros ambulatorios cerrados, de vuestras escuelas masificadas, de vuestras autovías con peajes (en el sur también, pero menos), de vuestros políticos corruptos, torpes y analfabetos (igual que en el resto de España, pero con ese tufillo arrogante y cateto que os enemista contra todos, y ahí no, compatriota, ahí se quedan solos los vuestros y la Marquesa de Madrid), de la devaluación progresiva de vuestro seny (ahora diréis que los disturbios que cada dos por tres hay en Barcelona son cosa de extranjeros)… a pesar de todo esto, lo reconozco, le sacáis 2 centímetros a la media nacional, y hasta puede que 3 a la andaluza… Pero, entiéndeme, camarada, y sigo con el símil, en la fría Europa, para esos mozalbetes de 1,90 para arriba, uno de 1,75 se llama igual que otro de 1,72: bajito; y cuando salís por el viejo continente y no estáis entre vosotros, buscáis el calor y la compañía del cordobés, del murciano, del navarro y del gallego, no del alemán, del francés o del danés (qué cosas, habiendo tanto extranjero por ahí y siempre os vais con los mismos).
          Y otro asunto, aunque vuestros grandes empresarios hayan hecho causa común con las fuerzas vivas de Madrid (su prensa, sus televisiones, su banca, sus políticos) y veamos a catalanes y a madrileños –oriundos o asimilados- al frente y detrás de los sectores más importantes de la endeble economía española (energía, turismo, medios de comunicación, constructoras, inmobiliarias, finanzas… ¡y administraciones públicas!), es decir, dirigiendo el cotarro, no habéis conseguido un país mejor (o un Estado, si lo prefieres). Los madrileños, por su eterna confusión de que la capital es España entera; vosotros, porque pudiendo ser los líderes de España, la cabeza del ratón hispano, despreciáis tanto a los demás que acabáis siendo los más odiados del país. Nada tan español como empezar bien y acabar cagándola.
          Un saludo, compatriota, y para que veas que los del sur también hablamos en otros idiomas:

           Yours sincerely
     

domingo, 25 de septiembre de 2011

105. Cultura de la recompensa

          Ante la exigencia de políticos locales y nacionales de que los ciudadanos les tratemos de usted y frente a la insistencia empresarial por exigirnos a todos una cultura del esfuerzo, a mí, pringado remador como la mayoría de la ilustre clientela de Taberna de Armas, me entran unas ganas locas de dejar el remo y de decirle al patrón que reme él con sus santos cojones.
          Algún lumbrera nacional, de estos bien pagados que reclaman moderación salarial para los demás y que les irrita la sola mención de subir la mierda de salario mínimo interprofesional, podría copiar de los anglos su cultura de la recompensa. En otras palabras, hace 30 o 40 años, aunque el jefe fuera muy cabrón había que llamarle don Rafael porque el sueldo que pagaba ese mamón daba de comer a una familia entera de más de cuatro miembros. Hoy, los trabajadores dignos y valientes (¡qué pocos quedan, la verdad!) tendrían que llamar a la versión moderna de don Rafael, Fali o Falito, habida cuenta de que para lo que pagan suficiente es con que no le quemen el coche en una tarde desocupada.
          ¿Violencia verbal? ¿Encabronamiento dominguero? ¿Abstinencia mal digerida por cerrar inopinadamente Taberna de Armas el domingo pasado? ¡Naaaaaaa! Simplemente creo que el esfuerzo ha de pedirse si va a venir la recompensa después, al más puro estilo inglés, que para algo son los que han ganado las batallas, una tras otras. Una vez un colega me dijo que los estadounidenses eran unos cobardes, que sin tanto armamento no serían nada, no tenían el valor de otras naciones más paupérrimas (como la española). Le respondí que puede que así fuera, que a lo mejor armado con un palo de fregona un árabe, un español o un ruso son más peligrosos que el americano (en realidad lo dudo, pondrían a un marine ultrapreparado, capaz de matar con un palillo de dientes), pero a continuación le dije que de qué ejército hubiera querido formar parte, por ejemplo, en la Segunda Guerra Mundial. Viendo el número de bajas y descartando identificarse con los malos, yo hubiera elegido al estadounidense: habría sido mucho más probable sobrevivir en sus filas que en otras.
          Pues de eso se trata, querida clientela, del sistema, de la estructura, de la peña en general. Porque eso es lo que es un país, su gente, sus ciudadanos, Una tierra deshabitada no llega ni a comunidad de vecinos por muchos millones de kilómetros cuadrados que tenga. Es la gente la que importa, la que hay que cuidar, educar, potenciar y recompensar.
          Por favor, que el Inem inaugure cursos para fomentar la cultura de la recompensa para empresarios, alcaldes, candidatos y míster importantes en general. Soy capaz de impartir algunas lecciones gratis. Les enseñaría gustosamente cómo hacer felices a sus subordinados sin necesidad siquiera de sonreírles. Bastaría con que les pagaran más y no fueran tan hijos de la grandísima puta.

domingo, 11 de septiembre de 2011

104. El mundo y yo
       
         Hace hoy 10 años, cuando el mundo explotaba en el World Trade Center de Nueva York, yo llegaba medio ebrio a un pisito minúsculo de Sevilla que tenía alquilado por 37.000 pesetas al mes. Había estado con mi amigo Isidoro recorriendo, supongo, intuyo, algunos bares de la capital, bebiendo varias cervezas –pocas en mi caso, el acohol me sienta fatal, de ahí que rara vez me emborrache- y comiendo las suficientes tapas como para llegar a casa y acostarme un rato a dormir la siesta. No llegué a acostarme. Deberían ser más de las tres de la tarde y creo que fue mi chica la que me llamó para decirme la archiconocida frase de “Pon la televisión”. Es curioso, nadie especificaba el canal, nadie lo preguntó: la encendimos y vimos cómo los presentadores especulaban entre accidentes y atentados, que si había sido una pequeña avioneta o algo más grande... y luego vimos manchas pequeñas saltando de la torre que ardía en llamas (¡son personas!, me dije, eran personas pero los presentadores no se atrevían a decirlo aunque sin duda lo estuvieran viendo como yo), y luego vimos, también por la televisión, cómo un segundo avión hacía ¡PUMBA! contra la otra torre. Y, supongo, porque como te he dicho estaba medio ebrio aunque no borracho, supongo, que entonces el mundo por completo y yo nos percatamos de que aquello no había sido un accidente y que aquel día iba a marcarse en negrita en el calendario de la Historia.
        No recuerdo que me acostara, sé que estuve las tres horas siguientes pegado a la tele de mi salón diminuto viendo los acontecimientos. Sobre las seis y pico debí de reaccionar y ya no recuerdo bien lo que hice, si me duché y salí a dar una vuelta (el Corte Inglés estaba al lado de casa y era mi refugio estival en las horas más cálidas del verano, y debía hacer aún calor porque recuerdo que aquel día vestía calzonas) o cogí el teléfono para hablar con Isidoro o con mi chica. Sólo tenía un pensamiento recurrente: a Palestina la borran del mapa. La cara de Arafat (estaba en Nueva York cuando el mundo explotó), mientras lo entrevistaban en una televisión estadounidense, moviendo sin control su enorme labio inferior, parecía expresar lo mismo. Recuerdo que fue a un hospital a donar sangre. Recuerdo que dijo estaba en estado de shock. Recuerdo, también, que a pesar de que miles de personas acudieron en masa a donar sangre a los hospitales neoyorquinos, finalmente no hizo falta.
        El tiempo pasó para el mundo y para mí. El pequeño George, excocainómano y exalcohólico, tomó o le tomaron las riendas de todo, y con la inestimable ayuda de Ánsar, Durao Barroso, y el laborista inglés llamado Tony Blair, padrino de una de las niñas de Murdoch, contribuyeron a crear un planeta más peligroso, menos libre y más arruinado.
        A mí me fue un poco mejor, conseguí una beca en Mérida de tres años, financiada por la Junta de Extremadura y por la Unión Europea, en la que trabajé como periodista para la entonces Consejería de Economía, Industria y Comercio. Tres años que han desaparecido de mi vida laboral oficial, pues no me los reconocen ni a efectos de paro ni de futura pensión. Luego me fui a Valencia a vivir por fin con mi chica, la que me avisó de que pusiera la tele y con la que continúo viviendo.
        A veces me siento como si nadara en un piscina llena de ladrillos, en la que cada vez que intento avanzar, me parto los dedos o se me clavan peligrosos cantos en las manos, la cabeza y el cuello. Pero tengo perspectiva. En junio cumplí 33 años y, de momento, no soy alcohólico ni drogadicto ni he tenido siquiera un cuadro de ansiedad. No sé si es para estar orgulloso, pero me va un poco mejor que al mundo. 
         

domingo, 4 de septiembre de 2011

103. Un pasatiempo para el presidente
            Alguien que sienta un poco de cariño hacia los españoles y con acceso al presidente del Gobierno debería decirle a ZP que se dedicara por las mañanas a levantarse tarde, pasear, hacer algunos crucigramas y sudokus en su despacho y dejar que la Merkel, Trichet y el gobernador del Banco de España llamaran a su teléfono sin que se molestara lo más mínimo en atenderlo. Las cosas serias se las podía dejar a Salgado, como en su día lo hizo con Fernández de la Vega, y el progre de ZP se podría dedicar más tiempo a despedirse de los pocos colegas que le deben de quedar.
            Sin embargo, tal vez hay algo más peligroso que la estulticia personal de un determinado líder; la estupidez grupal es el verdadero desastre que nos conduce a los precipicios acostumbrados. El PSOE tendría que haberle dicho a su líder que la reforma urgente de la Constitución se la guisara y se la comiera don Mariano, si es que tenía bemoles de presentarla cuando llegara al gobierno.  
            Tras el rescate encubierto de la Unión Europea con la compra por parte del BCE de bonos españoles, el progre tenía que demostrar a los míster importantes de la Unión que iba a ser un buen chico hasta el final; y que con el gesto de estreñido que estrenara en 2010, nos da a los ciudadanos la quina amarga que nos debilita y destroza, ya se sabe, un nuevo guiño a los mercados, que a estas alturas de la película deben de pensar que ZP se ha vuelto tuerto de tanto guiñar el ojo derecho.
Esta semana, en el Congreso de los Diputados, se han introducido las primeras células cancerígenas en la Constitución Española de 1978. Para una buena y duradera que teníamos en nuestra Historia (la de 1812 también lo fue para su época, pero apenas estuvo en vigor), poco hemos tardado en cansarnos de ella. A partir de ahora cada grupo político tratará de ideologizar una norma que debería ser lo más neutra posible, lo más general, pero también lo más clara y contundente. Las grandes líneas rojas duraron 33 años.
Ya hace tiempo que vengo pregonando que cuando PP y PSOE se unen es para joder al ciudadano de clase media;  menos mal que la actitud valiente y honesta del diputado Gaspar Llamazares, un buen líder, por otra parte, impidió que CiU, con el falso y sobrevalorado Durán i Lleida, no se subiera al tren del desastre. En cuanto a los peneuvistas no lo han hecho por su ida de olla habitual cuando se habla de reformar la Constitución.
Dentro de unos meses, cuando Estados Unidos, que ya critica la reforma española, nos tenga que salvar nuevamente a los europeos del desastre, tirándonos de la oreja izquierda, comprenderemos una vez más que aparte de imbéciles, los europeos somos una sociedad llena de miedo, prejuicios y torpeza. En vez de poner ante el juez a los especuladores financieros, como han hecho en USA, los dejamos que nos impongan normas y se les invita a la Moncloa.
La próxima victoria del PP en las elecciones nacionales va a ser tan clara y rotunda, que ZP, en un nuevo gesto hacia los mercados, debería impedir que se celebraran los comicios y dejarle ya el despacho a Mariano. Así nos ahorraríamos dinero, y dejaríamos las políticas de derechas en manos profesionales, y no en las de un aficionado que no sabe ni despedirse decentemente.
                                          

miércoles, 10 de agosto de 2011




Durante las dos próximas semanas voy a dedicarme a vaguear un poco, así que la Taberna permanecerá cerrada hasta finales de agosto. Un abrazo a tod@s.

domingo, 7 de agosto de 2011

102. El vuelo del buitre

El buitre aleteó fuertemente para conseguir elevarse y convertirse una vez más en el señor de los aires. Había comido un trozo de carne con sabor raro que le inspiraría durante unas horas la capacidad de razonamiento de un hombre, sabía que duraría poco y que luego volvería a su vida de carroñero incomprendido, así que decidió estrenar su raciocinio alejándose de los demás buitres para poder pensar a gusto, para entablar una conversación interna, introspectiva, que le permitiera sacar conclusiones o simplemente pasar la mañana.
Planeaba sobre Monfragüe y vio el Tajo y la dehesa extremeña, las encinas y las peñas rocosas: aquel paisaje, comprendía ahora, era suyo y no de los tristes bípedos sin plumas, ningún hombre o mujer podía abarcar la belleza del paisaje como el buitre lo hacía, ni siquiera sus iguales: “aunque por unas horas yo tampoco tendré iguales y seré único en el mundo, un buitre pensador y carroñero, luego volveré a mi vida y ya está, mi tiempo de esplendor lo habré invertido en este vuelo. Doy gracias a quien haya de recibirlas porque la mañana sea limpia y clara, porque no llueva y pueda volar hoy más libre que nunca”, pensó.
De repente el buitre miró hacia arriba y vio un águila imperial y se quedó prendado de ella. No lograba recordar si en su vida pasada, a la que en breve regresaría, aquella hermosa ave era temida o ignorada, si era amiga o simple competidora, pero no le importó, alabó la ignorancia del dato si tenía razonamiento para suplirlo, y se limitó a seguirla por unos segundos a través del aire, compartiendo el mismo oxígeno y la brisa, danzando con el águila en un baile que no pasó inadvertido para los humanos.
Los miraban desde abajo y los señalaban pero no a él sino ella, a la majestuosa ave, y con un punto de envidia comprendió que nunca un buitre por muy leonado que fuese podía ser el señor del aire mientras hubiera un águila imperial cerca. “Lucidez, para que te quiero si me enervas y me muero”. Pero el buitre se sentía bien a pesar de percatarse de que había alguien más bello, se sentía parte del engranaje universal, cumpliendo su misión, interpretando su papel. Viró en el aire y planeó con toda la envergadura de sus alas extendidas, alejándose del águila que compartió su vuelo, sabiéndola ignorante de aquel instante que había sido únicamente de los dos. “No, en realidad sólo mío, pues ella ni me vio y si lo hizo me ignoró como yo lo he debido hacer durante mi vida. Tendría gracia que a mis años lo dejara todo por un águila imperial a la que amo y envidio al mismo tiempo. ¿Qué sentimiento se impondría? Mi familia nunca lo aceptaría, mi bandada, tampoco, y ella probablemente me mataría antes de aceptar que acercara mi curvado y poderoso pico a sus bellas plumas, así que ando jodido o, mejor dicho, vuelo doblado… en fin, humor contra la decepción”.
El buitre comenzaba a tener hambre y comprendió que su momento de gloria llegaba a su fin: “si al menos quedara todavía algún pedazo de carne sabrosa de la que comí y me infectó con este virus de la inteligencia, podría repetir, claro que a lo mejor no recordaría por qué escondo tal manjar y la consumiría enseguida, recobrando a la vez la inteligencia y la certeza de que nunca más volvería a ser un buitre racional y carroñero. Así que, llegado mi momento de mayor transcendencia en la vida, a punto de caer de mi propio paraíso cual ángel miltoniano, haré algo que merezca la pena, lo recuerde o no para el futuro, lo aprecie o ignore la comunidad en la que vivo”.
El buitre se elevó unos metros en el aire y luego descendió en picado y en vuelo rasante sobre un grupo de senderistas que visitaban las ruinas de un castillo. Eligió el grupo más numeroso, compuesto por adultos y niños de ropas brillantes, que transpiran y protegen contra los rayos ultravioletas. Todos señalaron al buitre, todos se asustaron al ver cómo se acercaba, todos se agacharon… y en el último momento, un poco antes de llegar sobre ellos, el buitre soltó su cagamento sobre la nutrida concurrencia. La aceleración y la ley de la gravedad hicieron el resto y al grupo le cayó una soberana lluvia de mierda de buitre leonado.
“Me cago en la humanidad, literalmente”, fue el último pensamiento racional del buitre.
Un turista, que había contemplado la escena sin mancharse, miró con sus prismáticos al buitre que se alejaba: el cabrón parecía que se estaba riendo. 
                                          

domingo, 31 de julio de 2011

101. El médico y el desgarro
 
A punto de irme de vacaciones con más calor que de costumbre, voy a aligerar la tarde con un chiste antiguo que siempre funciona.
Esto es un tipo que entra en la consulta del médico con una evidente cojera y signos de dolor en la cara. Es un hombre de mediana edad, con dos hijos, mujer, y un perro de casi 20 años que se llama Cobi porque tiene la nariz torcida. El aire acondicionado del centro de salud está estropeado, bueno, en realidad no, lo han apagado por lo del ahorro energético, aunque cuanto más se apaga el aire acondicionado más se suda y se ponen más lavadoras… y se usan más detergentes y desodorantes (en el mejor de los casos). Lo cierto es que el médico, un funcionario hipermotivado por la rebaja del sueldo y las palabras del nota del bucle capilar (Rosell, el presidente de la CEOE, que se quejaba recientemente de la prepotencia de los funcionarios sin mencionar la de los grandes empresarios) estaba ese día hasta los cojones. Como estamos en la España del siglo XXI diremos que nuestro médico en cuestión es negro, musulmán y gai… bueno, dejemos lo de musulmán y diremos que es simpatizante del Dalai Lama. Y tampoco nos vamos a meter en su orientación sexual o el color de su piel, trataba simplemente de darle cierto aire de exotismo al relato.
Como decía, el médico vio la cojera del tipo, la cara de dolor y preguntó lo inevitable:
-¿Qué le ocurre?
-Nada, doctor, que tengo un desgarro en el tobillo.
-¿Perdón? –inquirió el médico subiéndose las gafas.
-Sí, sí, un desgarro, ya sabe, salí esta mañana a pasear al perro, metí el pie en un socavón y me torcí el tobillo: un desgarro.
El médico le hizo indicaciones al señor de que se levantara la pernera del pantalón y se bajara el calcetín; tenía el tobillo tan hinchado como la pierna de su suegra.
-Bájese usted los pantalones –dijo el médico en un tono aséptico.
-Oiga, que yo el daño lo tengo en el tobillo.
-Lo sé, lo sé, pero se tiene que bajar los pantalones.
El tipo miró incrédulo la cara del médico, pero esta era la viva imagen del profesional que quiere irse lo antes posible, no la del cabrón que quería gastarle una broma.
-Está bien, está bien –dijo el tipo mientras se bajaba los pantalones.
-Los calzoncillos también, y dese la vuelta, por favor.
El tipo miró asombrado al médico, pero el doctor siguió leyendo un informe dando por descontado la obediencia del paciente.
-Oiga, que a mí lo que me pasa es que…
-Mire –cortó el galeno-, hace ya cinco minutos que debía haber cerrado la consulta, podría derivarlo perfectamente a urgencias y que tuviera que esperar allí cuatro horas en una sala abarrotada y con 10 grados más de temperatura, así que ya sabe, o hace usted lo que le digo o se va de aquí.
El tono del doctor no había sido ni siquiera desagradable, se veía que era un buen tipo, uno de estos que creen en la evolución del ser humano, en el eterno retorno y la reencarnación, alguien que habla del pensamiento positivo a todas horas… pero un hombre, al fin y al cabo, que también tiene ganas de llegar a su casa, darse una ducha y relajarse, pensaba el tipo. Además, ¿no se duchaba todos los días en el gimnasio? ¿Qué era mejor: enseñarle el culo peludo a un médico que te lo pide por favor o a un saco de carne de gimnasio hormonada con cara de becerro?
El tipo hizo una mueca de conformidad, la misma que utilizaba cuando pagaba los impuestos, llevaba a su suegra al callista o permitía que el novio de su hija pequeña se quedara en casa a dormir, así que se bajó los calzoncillos y le dio la espalda al médico.
Este cogió, presionó levemente en la espalda del paciente, le dijo que se agachara un poco, y con una soltura inimaginable le introdujo el miembro viril por el mismísimo ojete al paciente. El hombre chilló de dolor y dio muestras de querer soltarse para matar al médico, pero el doctor en un tono muy pausado, con gran sentido común le dijo:
-Esto, amigo mío, es un desgarro, lo que tiene usted en el tobillo es un esguince.
No me negarás que ha resultado didáctico. 
   

domingo, 24 de julio de 2011

100. Paquito el Chocolatero
 
Cuando quiso sustituir a Rajoy hizo que lo llamaran Paco, luego, un amiguito del alma más tarde, se refugió en el regionalismo y pidió que se dirigieran a él como Françesc. Hoy prefieren que le llamen Francisco y puede que en un futuro cercano insista en recordarnos su segundo nombre: Enrique; cualquier estratagema, por burda que sea, le vale a Camps para tratar de confundirnos.
Francisco, al fin y al cabo, ha dimitido al sentirse solo y desamparado, sin que su amigo Mariano esté delante, detrás o al lado. Ha sido una putada, pero ahora que lo pienso Rajoy nunca fue su amiguito del alma. Otro que sí debió serlo o al menos estar muy cerca de su corazón fue Ricardo Costa, el que mejor ha comprendido la manera de ser del molt honorable bribón; Costa sí que ha actuado como un amigo conocedor del paño que se gastaba: “Firma tú primero que luego voy yo”: aleccionador… y exitoso, en vista de los acontecimientos y de cómo Paquito amagó todo el día con presentarse en la sede del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, para dejar finalmente tirados a Bertoret y a Víctor Campos. Al tipo no le importa traicionar hasta el último segundo y luego interpretar una pantomima en la que todavía tuvo los santos cojones de declararse inocente. El patetismo de su dimisión ha sido congruente con el personaje. Muchos de los que siguen en la vida a gente como Camps deberían sacar alguna conclusión de este episodio, de la factura que uno tiene que pagar cuando elige al amiguito equivocado.
No obstante y a pesar de las dudas que ha suscitado su salud mental, su equilibrio sicológico, hay que reconocerle a Paco que conoce bien a su pueblo, a los que le han dado por tercera vez consecutiva la mayoría absoluta en las elecciones autonómicas. No está loco Camps, es un cobardón, un mentiroso y un traidor infinito, sin escrúpulos, pero sabe que esa manera de ser, aquí, en su reino valenciano, da frutos. Y no sólo a los políticos.
Es verdad que gente como Francisco Enrique pululan por toda España (y por Europa, y el mundo…), y ganan elecciones allí donde se presentan, pero también es verdad que, al menos en nuestro país, ha sido en la Comunidad Valenciana donde se ha alcanzado el culmen del despropósito.
También hace bien en albergar esperanzas, en luchar por su honorabilidad a sabiendas de que lo va a juzgar un jurado popular, formado, en definitiva, por votantes. Sí, puede tener mala suerte y que le toquen todos del Bloc o del PSOE, pero siendo fieles a la estadística, lo normal es que lo juzguen más peperos valencianos que otra cosa. Y los suyos van a ser comprensivos con él hasta el final. Además, seguramente sea lo más justo; en definitiva, una democracia consiste en eso, en que los ciudadanos ejerzan también su responsabilidad como tales, y puedan exonerar a Curro Camps de un delito que sí ha cometido (al menos su abogado llegó a presentar un escrito donde el molt honorable pirata reconocía su culpabilidad. Cierto es que nunca llegó a firmar el papelito, como bien sospechaba Ricardo Costa). Ejercer la responsabilidad como ciudadanos… y acatar las consecuencias, aunque esta segunda parte mole menos.
No obstante y a la espera del juicio, hay que reconocer para la tranquilidad de los demócratas que se ha ganado una batalla a la corrupción política; alguien, por fin, le dijo al personaje que las Fallas habían acabado y que no podía seguir con la música puesta. Paquito el Chocolatero confía en su suerte y en su partido para salvarse el culo (sólo tiene 48 años, puede llegar a ser ministro perfectamente). Yo prefiero no confiar en nada y observar, sacar conclusiones y escribir… pero habrá que disfrutar del momento por corto que sea.
Chao, Paquito, demasiado enchufe en la vida te ha cortocircuitado, dale recuerdos de mi parte a Jack Sparrow y los piratas de La Perla Negra.
  

domingo, 17 de julio de 2011

99. Terrorismo financiero

Muy pocos intelectuales en la década de los 90 pronosticaron el peligro del terrorismo yihadista. Aunque los guionistas de Holywood ya avisaron de lo que podía hacer un loco a los mandos de un avión, la “gente seria” desconfió de aquellos tipos raros que vivían de entretener al público. Y si la gente seria y los Mr Importantes de turno recelaron o se lo tomaron como mero divertimento, el gran público no se paró a pesar siquiera en que alguien podía matar de la manera en que luego lo harían. No era un problema del que preocuparse. Pero llegó el 11 de septiembre de 2001 y nos llamaron por teléfono para decirnos aquello de: “Enciende la tele”. Nadie especificó el canal, daba igual, lo echaban en todos.
Sobre el terrorismo financiero tampoco escuchamos o leímos mejores advertencias. Claro que siempre hubo algún “peligroso izquierdista” que desde las páginas del Le Monde diplomatique escribía sobre las crecientes brechas entre ricos y pobres. Pero quienes las leímos nos consideramos a salvo porque teníamos la armadura de la clase media y todo el mundo sabe que la clase media debe existir en una sociedad occidental, civilizada y desarrollada, y que uno siempre aspira a evolucionar y a convertirse en clase media guion alta. Hasta que llegaron los años del spanish splendor y aquí pareció ganar dinero todo el mundo menos la peña formada y joven, que vimos cómo los años invertidos en estudios y esfuerzos se traducían, como mucho, en un sueldo mileurista (quién lo hubiera pillado, yo no, desde luego) y en un trato vejatorio. Y después llegó 2008, amaneció y nos quedamos sin fiesta, y nos hicieron recoger las basuras que tiraron otros, y los sueldos bajaron, las horas de curro subieron y nuestros derechos laborales se fueron a la mierda, pero sólo para los afortunados, porque a muchos los echaron a la puta calle, más puta que nunca.
Ahora, en esta crisis interminable y de tantas fases en las que cada una de ellas ha perjudicado más al ciudadano, la otrora clase media se ha transformado en masas empobrecidas. Por su parte, la gente decente y pudiente (la hay, aunque escasee) ya empieza a darse cuenta de que los próximos de la lista son ellos, y claro, aquí ya han empezado a hablar:
-Oiga, policía, que hay un mercado suelto por la calle que amenaza con dejarme sin casa y con hipoteca, sin curro y con deudas.
Pero el tema ya no es de clase, de sector o regional, el peligro ya se ha globalizado, y por culpa de los terroristas financieros que trabajan para las tres empresas de calificación estadounidenses (Fitch, Moody's, Standard & Poor's un país entero se empobrece cada día que pasa (Grecia), y otro más (Irlanda), y otro (Portugal) y los que siguen (España e Italia… ¿Estados Unidos también? Mientras siga Obama desde luego: los terroristas financieros no quieren nada que huela a izquierdista o keynesiano ni de lejos). Esos cabrones deciden semanalmente a qué países han de castigar los inversores. Pero no sólo hay terroristas financieros en las agencias de calificación, también los hay en el Fondo Monetario Internacional, en el Banco Central Europeo y en la Comisión Europea (donde están nuestros políticos). Terroristas o colaboradores necesarios, da igual, las víctimas somos nosotros y ellos nuestros verdugos.
Y luego la peña se rasga las vestiduras porque algunos del 15-M hayan dificultado a los políticos españoles entrar en los parlamentos regionales. Habría que impedir la entrada de tanto mangante hijo de puta en esas instituciones. Si nos tienen que defender de los terroristas financieros gente como Mas, Camps, Cospedal, Mariano, Solbes o ZP aviados estamos.
No queda otra, hay que redistribuir el miedo entre políticos y banqueros, sólo así se parará este nuevo y peligroso terrorismo.
   

domingo, 10 de julio de 2011

98. Promesas de un tío importante

La inteligencia al servicio del poder no siempre mejora la suerte de la comunidad, es más, casi nunca lo hace, y menos en tiempos de crisis cuando la prioridad de cualquier administración pública o privada es salvarse el culo. La imagen del capitán del barco abandonando en último lugar la nave o hundiéndose con ella es una ficción más con la que entretenernos, como la de evacuar primero a los más débiles. Ellos, nosotros, la clase empobrecida en definitiva, aunque nos empeñemos por orgullo y décadas de costumbre en autocalificarnos como clase media, somos los primeros sacrificados y los últimos en ser rescatados del gélido mar y la noche oscura. Pero si no nos quejáramos como lo hacemos (y más y mejor que nos tendríamos que quejar) volverían los tiempos del medievo sólo que con presencia de ordenadores y bombas nucleares.
Visto lo visto, Rubalcaba me parece una suerte de Rasputín, un tipo brillante para influir en el poder, un asesor cada día más imprescindible que termina siendo la mano derecha del poderoso… y que hereda porque era el único que quedaba (ya se encargó de que fuera así). Desde luego es el mejor candidato del PSOE desde Felipe González y mucho más capaz que Mariano, pero probablemente sea insuficiente.
Sus hechos lo definen como un tipo que no se ha salido ni un milímetro del dictado neoliberal de gente como Rato, Solbes o Miguel Ángel Fernández (gobernador del Banco de España), un dictado errático, incapaz de reconocer sus errores y que encima pretende decirnos cómo apagar el fuego que ellos mismos han originado y alimentado. Rubalcaba es uno de ellos aunque de los más brillantes. La pedagogía a la que alude y que sus seguidores le reconocen y alaban no es más que instrucciones claras que deben seguir los demás para ayudarlo.
No veo en el PSOE un partido que quiera afrontar la transformación de España (en el PP ni me lo planteo, pues sirve al poder, cada día es más corrupto y se ha convertido en uno de los medios más idóneos para medrar en esta sociedad por parte de gente de la calaña de Camps y el peperío valenciano y nacional), que quiera elevar el nivel educativo de las masas españolas, que desee o sepa acercarnos a la mejor tradición europea de sociedad fuerte, civilizada y con un alto nivel formativo. Los nuevos yacimientos de empleo que contempla el PSOE de Rubalcaba (medio ambiente, energías renovables y atención a los mayores y discapacitados), aparte de gastados y con poco rendimiento –los dos primeros, el tercero se salva pero va ser, sin lugar a dudas, fuente de sueldos miserables y resultados escalofriantes: personas dependientes siendo atendidas por trabajadores escasamente cualificados y sumamente cabreados- ni siquiera motivan como ficción a las masas empobrecidas. No me extraña que el suicidio avance y se consolide en la alegre España, pero sería esclarecedor que dijeran la repercusión de lo laboral en la tasa de suicidios: tanto la falta de curro como la sobreabundancia de jefes y jefas cabrones y cabronas (por no hablar de la vileza compañeril).
Podrían motivar a la peña diciendo que van a transformar el país, que se va a emprender una reforma educativa implantando el método educativo de Ramón Campayo, y haciendo de la educación, de paso, un nuevo yacimiento de empleo, o de la industria del entretenimiento (cine, literatura, videojuegos, televisión de calidad) o potenciando el turismo y no sólo el de playa y en verano.
Pasa lo mismo que con la reforma de la ley electoral, si para tener una medio decente hay que reformar la Constitución ya sabemos que no la vamos a tener. Si es esto lo mejor que nos ofrecen Rubalcaba y el PSOE, las promesas de un tío importante, el señor de casino provinciano decimonónico llamado Mariano no sólo se convertirá en el próximo presidente de España: será el presidente que nos merezcamos todos. 
                            

domingo, 3 de julio de 2011

97. El gorrión del alféizar

Querido Yúnior: hacía tiempo que no te escribía, pero me disculparás por los tiempos tan convulsos que vivimos; presto atención absoluta a todo lo que ocurre para verlas venir. Puedes agradecerle esta misiva a un gorrión que huía de la tormenta de verano y que ha venido a refugiarse en el alféizar de mi ventana. Me tuvo hipnotizado con su cara de inocencia, mirando a través del cristal de la ventana de mi despacho, tratando de adivinar si adentro estaría aún más a salvo que en el débil refugio que le ofrecía el alféizar. No me dirás que no es una excelente parábola de los tiempos que corren, interpretando el pequeño gorrión el papel de débil ciudadano español que trata de salvar su culo frente a la voracidad de los mercados. Paro, hipoteca, impagos, ruina: la tormenta perfecta.
Perdona la vena poética pero es una licencia que me permito, al fin y al cabo a nadie inteligente le apetece ser un cabrón las 24 horas del día. Además, tú ya lo sabes, sólo hacemos lo que hacemos para seguir viviendo como nos gusta. Al hilo de esta relación tan especial que estamos fraguando, en la que me ofrezco para enseñarte el oficio (los es, querido Yúnior, al igual que coser zapatos, nosotros somos los quitavergüenzas del poder, no el poder mismo, no te confundas, pues otros antes lo hicieron y los defenestraron), quería compartir unas reflexiones contigo.
La cosa va viento en popa, con un país lleno de miedo y de ira, a pesar de que el 15-M haya tratado de despertar a algunos. Confieso que los he estudiado, hay gente realmente buena detrás de ellos (buena en el sentido estratégico y táctico), pero su resistencia es nada frente a nuestros chicos de la política. Ten en cuenta que la mayor virtud de un político español es la resistencia, aguantar el chaparrón, y si no, fíjate en Camps, que está hecho un machote a pesar de la Gürtel. Como te decía, los perroflautas no son el peligro por el momento, votan poco, y nos encaminamos a una italianización de la política, con un partido liberal-conservador muy fuerte, uno liberal-socialdemócrata en crisis, y partidos nacionalistas y de izquierdas diversas por doquier. Fragmentar en España no es ningún mérito, pero la verdad es que nos viene de puta madre. El problema, según lo veo y así se lo he dicho a mis superiores, vendrá en un par de años si Mariano no consigue solventar el problema del paro. Esto no es 1996 cuando los chicos del chiquilicuatre (Aznar, para que me entiendas) llegaron cuando ya estaba todo resuelto; aquí queda hambre para rato, y eso, Yúnior, no nos beneficia tampoco a nosotros. No hay que pasarse, una cosa es asustar al personal y otra que caiga en la desesperación: algunos muertos de hambre ya se están dando cuenta de lo peligroso que puede ser alguien que no tiene nada que perder.
Por eso habrá que atar en corto a Mariano y decirle cómo crear algunos miles de empleos, cosa que no sé cómo coño vamos a hacer, la verdad, pues el ladrillo y el cemento no volverán en más de una década. Apretar la soga un poco más y durante un par de años nos va a venir bien para sanearnos por completo, pero si no logramos crear empleo el 15-M o su sucesor pueden resultar peligrosos para nosotros. Creo que lo haremos -es lo mejor para todos-, aquí sólo se pide más transparencia cuando falta el pan, una vez resuelto el tema, volveremos a lo de antes y nuestros enemigos se disolverán.
Respecto a los políticos no seas duros con ellos, Yúnior. Ellos comen de lo público a cambio de facilitarnos las cosas a los mercados y sus secuaces (nosotros). Antes aprendían de nosotros, pero ya somos algunos los que tomamos notas de ellos y ellas. La segunda gran virtud de todo político español es negar siempre el error, como nuestros economistas. ¡Joder!, si lo hicieran no podrían sentarse en sus sillones gente como Rato, Solbes o Miguel Ángel Fernández Ordóñez, creador y defensores de la burbuja. ¡Ah!, en cuanto a la despedida del progre ZP no te la vayas a creer. Nadie de estas esferas y en su sano juicio hubiera pinchado la burbuja al saber lo que venía. Ya lo sabían y no lo hicieron. Ya ves, Yúnior, se puede aprender de todos, incluso de esas señoras de la limpieza que levantan la alfombra y esconden la suciedad debajo. El que venga detrás que arree.
Un tremendo abrazo, querido discípulo, seguimos en contacto. 
   

domingo, 26 de junio de 2011

96. Calzoncillos al aire 


Hay anuncios de televisión que funcionan como detonantes de nutritivas y jugosas reflexiones; el último de esta clase que he visto es el de un todoterreno (Toyota Rav4), donde un par de chavales quinceañeros observan a un pureta de treinta y pico cargar su flamante coche. Al tipo se le ve feliz, seguro de sí mismo y relajado, a punto de emprender un viaje de vacaciones. Lo último que carga es una tabla de surf, y cuando la deposita en la baca del coche, los chavales observan cómo se le baja un poco el pantalón y deja al descubierto los calzoncillos. Ha sido algo fortuito, debido al movimiento de alzar los brazos para dejar la tabla, pero los chavales lo interpretan como una forma de vestir habitual en el treintañero.
A continuación los dos chavales se miran con cara de haber descubierto el secreto del éxito (gran coche, pedazo de casa, tabla de surf…) e imitan al tipo del todoterreno. ¿Cómo? Fácil, bajándose los pantalones y dejando sus calzoncillos al aire.
El anuncio termina con una frase tipo: “sólo el pionero puede marcar tendencia”.
Lo cierto es que es magnífico, tiene sentido del humor y puedes recordar de lo que iba el anuncio. Por mí, si todos los anuncios fueran de este nivel vería mucho más la tele (de hecho, ahora que lo pienso, se podría crear un canal de televisión exclusivamente para la publicidad con este tipo de anuncios. Normalmente no me gusta dar ideas lucrativas en público porque prefiero aprovecharme de ellas, pero como no tengo ninguna tele y no creo que vaya a fundar ninguna… ahí la tienes por si le sacas jugo).
Tras ver un par de veces el anunció me acordé de las clases de Adrián Huici, un profesor de la facultad de Ciencias de la Información de Sevilla, (Ciencias de la Comunicación hoy). Huici nos hacía sacarle punta a todos los anuncios, analizándolos de manera pormenorizada, viendo la carga ideológica, mercantilista o sexual o de cada spot televisivo. Así que, recordando al magnífico profesor, me puse a enredar las neuronas.
Desmontado ya el viejo tópico de que los españoles somos muy creativos (más bien de ingenio picaresco y sólo en tiempos de escasez), nuestra sociedad podría al menos contentarse con copiar bien, es decir, imitar con criterio. No pasa nada por hacerlo, forma parte del aprendizaje humano. Tenemos un lenguaje que comprendemos y que ayuda a comunicarnos con quienes lo conocen porque en su día imitamos a papá y a mamá (o al pesado de turno que se ponía frente a nuestro carrito), y así aprendimos a decir agua, sí, no, y algunas palabras más que nos hacen la vida más cómoda (como cerveza fría, por ejemplo).
Pues bien, aquellos dos adolescentes desnortados funcionan en el anuncio como nuestra querida patria en la realidad, que ve y envidia el éxito ajeno y, desesperada por conseguir resultados parecidos, copia lo que cree que resulta más fácil para luego fracasar estrepitosamente. ¿Para qué copiar el rigor de los alemanes, la capacidad de liderazgo de los ingleses o el civismo francés? O al menos la elegancia italiana, quizás por ser, aparentemente, más sencilla y más relajada de aprender. Qué va, hombre. Aquí es mejor seguir la moda imperante, despreciar la heterogeneidad, sepultar la creatividad y carecer de criterio a la hora de aprender de los demás. Así vamos por el mundo, con los pantalones flojos, enseñando los calzoncillos por media Europa y sin comprender por qué tenemos una crisis más gorda que los demás. Eso sí, siempre nos quedará Grecia y Portugal. ¿Por qué será que nos encanta compararnos con ellos?
     

domingo, 19 de junio de 2011

95. El resorte democrático

A nuestros gobernantes no les hace falta diluir ninguna droga en el agua potable para adueñarse de nuestras voluntades; esto no es una peli de ciencia ficción en la que los españoles seamos víctimas de la perfidia extraterrestre, no somos el objetivo de una estrategia diseñada minuciosamente durante años para socavar poco a poco nuestra libertad de pensamiento y adueñarse así del planeta o de nuestra patria. Aquí basta enseñar una muleta roja para que 9 de cada 10 embistamos como toros, partiéndonos los cuernos entre sí, para ver quién es el primero por darse de cabezazos contra el muro que hay detrás del trapo rojo.
Acaba de pasar otra vez y a cuenta de las manifestaciones del 15-M en Barcelona, cuando algunos “indignados” trataron de impedir a los diputados del Parlamento catalán que accedieran al edificio (cualquier día los políticos hacen la ola a los perroflautas por darles la excusa perfecta para no ir a currar). Fue interesante ver cómo todos los demócratas españoles se rasgaron las vestiduras y dijeron aquello de hasta aquí hemos llegado: con nuestros representantes no se juega.
La verdad es que fue un resorte democrático el que se activó en nuestras mentes hispanas (la mía la primera). Tras casi 40 años de dictadura y un intento de golpe de Estado en febrero de 1981, el Congreso de los Diputados y sus primos hermanos, los parlamentos regionales, son para los españoles el sanctasanctórum de la democracia. Mientras haya parlamento hay democracia. Parlamento. Eso mismo decía Jack Sparrow en Piratas del Caribe cuando trataba de salvarse el culo. Los que manejan los hilos lo saben de puta madre.
Bien analizado ¿no es peor para la convivencia democrática que a una familia, tras desalojarla de su casa por no pagar la hipoteca, le obliguen a seguir pagando dicha hipoteca? ¿O abaratar el despido sin aumentar, a cambio, el sueldo mínimo interprofesional y sin crear puestos de trabajo? ¿O pagar con nuestros impuestos la macrodeuda de los bancos dejando las cuentas públicas, otrora saneadas, hechas un cisco, saqueando nuestras pensiones y permitiendo a la vez unas pocas jubilaciones euromillonarias sin que Hacienda diga nada? ¡Qué va! ¡Parlamento!, pronuncian, y como buenos piratas que son, utilizan el comodín del público para putearnos a gusto.
Sigo creyendo que el 15-M es un actor necesario, ya casi imprescindible para nuestra democracia. Hasta ahora era el mercado (o los mercados, si se pronuncia en plural uno parece que sabe más de economía aunque en realidad no se tenga ni pajolera idea) quien le decía al poder político por dónde debía caminar. Ahora, al menos, hay una voz que discrepa y que grita para otra dirección. ¿Fue un error manifestarse a las puertas del Congreso de los Diputados en Madrid (hombre, sí que lo fue porque como bien sabe el presidente del Congreso, José Bono, si buscas a un diputado no lo encuentras por el Congreso, y menos si es jueves), o dificultar el acceso al Parlamento de Cataluña? Sí, fue algo feo, pero a veces las fealdades son necesarias, sobre todo si son puntuales, meros avisos. Supongo que más de un diputado habrá reflexionado algo mientras iba en un furgón policial camino de su curro. Algo así como “espero que esto no vuelva a ocurrir”. El poder político es lo único que nos queda a los ciudadanos para defendernos de las tropelías de los nuevos señores feudales. Si los políticos no hacen otra cosa sino servirlos tendrán que soportar cada vez más de cerca el calor de nuestras antorchas: el fuego del pueblo. Y es verdad, la ira es irracional y más si viene de muchos y nace del miedo, del hambre y de la indignación lúcida o embrutecida. Es como el que alimenta un estanque de pirañas toda su vida y un buen día se cae dentro por un descuido. Explícale tú ahora a las pirañas que vas de buen rollo y que eres su representante. Buen provecho.
  

domingo, 12 de junio de 2011

94. Un instante de gloria
 
Mucha academia militar, mucha carrera universitaria en facultad pública, mucho master del universo en USA y una experiencia internacional del copón, pero lo único que se le ocurre al principito para rematar la faena a modo de despedida es decirle a la ciudadana que le pedía el referendo sobre monarquía o república que ya había conseguido su minuto de gloria. Se lo dijo con cierto enfado, como si la chica no tuviera derecho, como si el hecho de plantearle la cuestión en plena calle y delante de las cámaras de televisión fuera un acto hostil, un atrevimiento, una osadía que un príncipe tan guapo y apuesto como el nuestro no se mereciera. De ahí el gesto final, con mezcla de indulgencia real moderna con unas gotitas Borbón, en plan “si esto llega a pasar hace 50 años verás lo indulgente que habría sido”.
Fue un tanto decepcionante la actuación del futuro jefe de Estado, sobre todo al final, incapacitado como está (eso parece) para asumir una crítica a su forma de vida. Para añadir más humillación al encuentro, hasta un guardaespaldas tuvo que salir al recate dialéctico, preguntándole a la chica de una manera zafia y tabernaria si no tenía ningún problema más importante en la vida. Si el principito tuviera un mínimo de orgullo debería haberle dicho a su guardaespaldas algo así como: “Oye, colega, limítate a parar las hostias y las balas, que de los razonamientos ya me encargo yo”. Tampoco ayudó mucho la presencia hostil del presidente de Navarra ni sus furibundas intervenciones, en plan padre avergonzado de que una hija de su tierra se atreviera a plantearle a un tipo de vida fácil una pregunta educada pero un poco hijaputa.
Menos mal que Letizia es inteligente e hizo una retirada a tiempo que, visto lo visto, es lo mejor que se podía hacer. Ella está más acostumbrada a las críticas; él, en cambio, hasta ahora sólo lo llamaban desde las multitudes para decirle lo guapo que era. Mal acostumbrado, me temo, tenemos al heredero de la jefatura de Estado.
No soy monárquico ni juancarlista, pero hasta hace poco prefería vivir en una monarquía en vez de una república, porque me parecía que la corona jugaba su papel como muro de contención de la derecha más reaccionaria. “Mientras haya corona no habrá guerra civil”, pensaba. Hoy veo más a la Unión Europea como ese último muro cuasi impenetrable que nos separa a los españoles de una guerra fraticida. ¿Exagero? Ni de coña. El hecho de pertenecer a la UE es como tener una cámara de televisión que nos vigila permanentemente. Si pertenecemos a un grupo tan exigente, aunque vayamos en la cola, debemos guardar las formas, y eso significa no matarse entre nosotros por cuestiones ideológicas o por simples venganzas personales.
La monarquía, por muy parlamentaria que sea, casa mal con una democracia. Jefe de Estado sin elecciones, cargo vitalicio y hereditario… y mucha corte real viviendo del cuento y procreando como conejos. Pero hasta ahora la figura del rey había sido más o menos respetada, sobre todo por su actuación en el 23-F. Y la continuidad parecía asegurada con un heredero aparentemente moderno, que se casa por amor y que cae o caía bien.
Pero la falta de pan lo cambia todo, la falta de curro y la sempiterna crisis, que tiene principio pero no tiene fin, es demasiado fuerte y duradera. La hostia del ladrillo ha sido tan monumental como para plantearse hacer reformas en casa. La Constitución de 1978 se empieza a agrietar y si no se reforma a tiempo, la Monarquía ya no tendrá que preocuparse por los instantes de gloria de una ciudadana sino por el hambre de todo un pueblo. Y el hambriento no es paciente ni debe serlo. 
    

domingo, 5 de junio de 2011

93. Sin pan ni circo

Teniendo en cuenta que entre la peña hispana aún causa admiración el que se va de un restaurante sin pagar o el que defrauda a Hacienda, es lógico que la indignación llegara sólo cuando nos faltara el pan en el sentido amplio (el curro de toda la vida y el escaso sueldo de final de mes que nos permite sobrevivir). No hemos sido rigurosos con la corrupción o el despilfarro por la sencilla razón de que para el españolito medio eso son pecados menores. No nos hemos ofendidos porque la ética, aquí, no es más que una asignatura (ahora ni siquiera lo es), y la moral sólo la que dicta la iglesia española. Con esos mimbres era lógico que la corrupción encontrará también acomodo en la España democrática.
Ahora, con la llegada de un verano sin mundial de fútbol ni Eurocopa, tocando todavía suelo en el peor tramo de la crisis económica, comprobamos horrorizados que no sólo nos hemos quedado sin pan sino que tampoco tenemos circo o, al menos, la mitad del circo, pues la otra mitad está bien cubierta con los programas del corazón. Sin mafia futbolística, a la espera del espectáculo informativo de los fichajes, Jorge Javier y el resto de la mafia rosa son los únicos dueños del cotarro del entretenimiento patrio.
Las autoridades españolas deberían hacer algo al respecto, diseñar un plan B para el caso de que la Escherichia Coli alemana llegue a España y haga estragos entre los principales presentadores y tertulianos del mundillo del corazón. Llegados a ese punto, con poco que comer y nada que ver en la tele, las plazas se llenarían no de miles sino de millones de españoles dispuestos a cargarse a media humanidad en busca de entretenimiento.
Como Rajoy está durmiendo la siesta eterna, Zp haciendo las maletas, el rey va con muletas tuneadas y el resto del personal no parece percatarse de esta amenaza real, propongo una serie de medidas con las que paliar la posible catástrofe humanitaria que se cierne sobre nosotros.
Primera medida. Con la fiesta de los toros en pleno declive e invadidos como estamos por la cucaracha roja americana, podríamos establecer la lidia de la cucaracha. Debido a la desproporción entre el tamaño humano y el de la cucaracha roja (aunque cada vez menor, por la buena alimentación de las cukis), deberíamos llenar un cuadrilátero de boxeo con varias cucarachas y meter a un par de bailaores de flamenco, hombre y mujer, que con su rítmico taconeo tratarían de pisotear a sus enemigas. Sé que el espectáculo sería un tanto asqueroso, sobre todo para las primeras filas de espectadores, a quienes les caerían cáscaras y cachitos de cucaracha -por favor, no vomites mientras lees esto- y puede que algún defensor de los animales tratara de impedirlo, pero para eso está la segunda medida.
Segunda medida. Coger al defensor de los animales; se le inmoviliza en un sillón cómodo, se introduce al sillón y al inmovilizado dentro de una habitación cuadrada y suficientemente grande, en el centro, con varias cámaras enfocándole. Se sueltan las cucarachas rojas. Se espera, pacientemente, a que el defensor pida que alguien mate a las cucarachas para salvarse. Se deja entrar a los bailaores para que pisoteen a las cukis. ¿Tal vez enfrentándole a sus prejuicios y a sus miedos se librará de ellos? ¡Naaaa!, pero molará bastante verle la cara de susto que pone.
Tal vez haya que pulir un poco más estas ideas, pero como ya no vive Valerio Lazarov y los gobernantes no creen que la Escherichia pueda con la Esteban y compañía, es lo que hay. Además, en agosto vuelve el fútbol.
P.S: Si crees que la idea ha sido mala, piensa que hubo un tipo que cantó en el siglo XIX la canción de la cucaracha y que todavía suena hoy (y que si la coge el espabilado de turno y la tunea convenientemente, obtendrá la próxima canción del verano).
     

domingo, 29 de mayo de 2011

92. Elecciones, plazas y perroflautas 

15-M en Sevilla
 
Vale, ya lo había previsto (artículo 73) y tampoco es que hiciera falta una bola de cristal, pero lo del domingo pasado fue un auténtico pasote (pasada mayúscula). Una cosa es que el votante de izquierdas le tuviera ganas a Zp y otra diferente lo que le hizo a cientos de alcaldes socialistas en las elecciones municipales de 2011. Más de uno y una, tras haber peleado cuatro años por mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, tras una campaña electoral llena de ilusión y esfuerzo, han visto cómo el votante de izquierdas se la ha traído al pairo ir a votar. Dan ganas, asumo que alguno habrá pensado, de pasarse al PP y mangonear un rato para que luego te voten. El mensaje que da la ciudadanía al poder es ese. Algo así como “el vivan las caenas” con el que aclamaban a Fernando VII –el peor rey de nuestra historia- cuando regresó a España en 1814, sólo que actualizado al siglo XXI.
Una vez más se impone felicitar a los votantes de derechas por entender mejor el principal mecanismo de una democracia moderna: el voto. A pesar de que muchas veces –entre otras, en esta ocasión también- premien el malfacer de su partido (xenofobia en Cataluña), ignoren los casos de corrupción (Camps) o voten a una candidatura que no ha hecho ni oposición ni campaña electoral (en Benetússer, municipio del área metropolitana de Valencia y donde actualmente resido), hay que concluir que el pepero de turno entiende las reglas del juego con una soltura que ni sueña el izquierdista medio.
No me quejo de la falta de fidelidad del voto, todo lo contrario, una persona libre e inteligente puede cambiar su voto en función de sus criterios, pero vota. Como dije en algún comentario en esta misma Taberna, aunque de manera más fina, quien no vota es una persona que vive en una dictadura o que le importa un huevo vivir en ella. Es como el curro: si llegas tarde continuamente y no eres funcionario es probable que te terminen echando, sin importar que luego te quedes más tiempo o seas más productivo que el resto de tus compañeros. Puede que sea injusto, pero acorde a las reglas es lo que hay.
Esto me lleva, inevitablemente, al movimiento 15-M. La semana pasada ya me encargué de alabarlo y sigo creyendo que es un buen ejemplo de ciudadanía. Además lo hemos exportado a otros países y es emocionante leer carteles en español en plazas estadounidenses, italianas, inglesas o alemanas reclamando más libertad y democracia. Dentro de nuestras fronteras, esta movilización es buena y necesaria para avisar a los partidos de izquierdas que deben cambiar e integrar las propuestas del 15-M para volver a gobernar. Suficiente influencia han tenido en el gobierno socialista el mercado, los neoliberales y la irracionalidad del banquero y sus amigotes. Ya era hora de que le tiraran a Zp y a Rubalcaba de la oreja izquierda. Pero ya está. El movimiento no puede ir más allá de ahí, de la influencia. Se agotará en sí mismo si no logra eso, influir, que la estructura (o sea, los partidos políticos) lleve en sus programas electorales parte de sus propuestas. Y eso es mucho, y es un objetivo loable que se puede conseguir.
No he estado en ninguna de las concentraciones del 15-M pero conozco a gente de cuyo criterio me fío que sí han ido y se han mostrado encantados. Sobre todo, me dicen (y también veo) por la manera en la que son autosuficientes, el modo de organizarse, de mantener una convivencia sin necesidad de que el poder esté presente. Pasa como con lo del Prestige y el chapapote: es la propia iniciativa popular la que primero llega y trata de buscar una solución al problema. Es admirable; es, de hecho, hermoso para los ciudadanos… y terrible para los gobernantes.
Pero hay que votar. Además de la plaza, hay que votar, además de la propuestas, hay que pedir que la peña vote (sin siglas, sin partidos, pero que voten). Porque si la peña no vota el espíritu del perroflautismo nos contaminará a todos cual infección zombi. Y eso, a la derecha española, liberal y votante, le mola cantidad. 
  

domingo, 22 de mayo de 2011

91. Tortilla española

El niño apretaba fuerte la mano de su padre para sentirse más seguro y no perderse entre el gentío; la plaza abarrotada asustaba al infante de cuatro años, que veía asombrado a una multitud plantada en mitad de la plaza.
-¿Quiénes son, papá?
-Gente, no los conozco, mira, aquel de la melena lleva una camiseta en la que pone Ramones, así que ese debe llamarse Ramón.
-¿Van a un cumpleaños?
-¡Ja, ja, ja! No creo, no, ¿un cumpleaños?, ¿por qué?
-Están cantando, aplauden… eso se hace en los cumpleaños.
-Y en las bodas, pero aquí no hay tartas, chaval, así que no, no es un cumpleaños.
-¿Y que hacen entonces?
El padre miró sin detenerse a su niño. Había salido guapo, el chaval, se parecía a su madre, tenía sus mismos ojos: grandes y grises. Preguntaba por todo, y el pequeño cabrón tenía una memoria impresionante, así que debía tener cuidado con lo que decía. Ya le había metido en un par de líos por sus definiciones políticamente incorrectas. “Para él soy Dios. Mi palabra es la realidad. No me había pasado nunca con nadie y con este me durará poco, a los 9 seguro que empieza a cuestionarme”. Pero ahora no tenía muchas ganas de responder al niño, de decirle por qué había allí tanto policía y tantos ciudadanos, por qué protestaban. “¿Por qué protestan? ¡Joder, si no protestaran no estarían vivos, si no nos quejáramos en este país volveríamos al medievo!”.
-Vamos, peque, que llegamos tarde a la casa de la abuela. Hoy tienes tortilla.
-Pero… ¿por qué están aquí, papá?
Nada, era un pequeño perro de presa, un stanford de esos, el padre genético del pitbull: una vez que cogía el hilo de una idea no la abandonaba jamás. Apretó un poco el paso, siguió callado, miró al frente y trató de poner cara de despistado, pero el padre sentía los grandes ojos grises de su hijo apostados en su nuca: “En eso ha salido también a la madre”.
-¿Por qué, papá?
-Ahora te cuento, sigue caminando.
Iba a contestar, qué remedio, pero cuando dejarán atrás el gentío; de paso, en esos segundos, podía pensar alguna buena metáfora o parábola, algo fácil y rápido para que el niño comprendiera mejor sin meterse demasiado en el meollo. “No, eso no es una buena idea, me pasará como con las abejas, cuando nos preguntó de dónde venían los niños y me puse a hablarle de insectos y flores. Mejor las cosas claras. Si quieres tacto búscate a un táctico, como decía Gus Petch en Crueldad Intolerable”, pensó el padre deteniéndose al fin. El niño lo seguía mirando con aquellos ojos tremendos. “Cuando sea mayor va a ligarse a más de una con esa mirada”.
-Verás, hijo, ¿tú sabes quiénes son los buenos y los malos en las películas de dibujos que te pongo?
-Si –dijo el niño asintiendo con la cabeza.
-Pues en la vida real es un poco más complicado, más que nada porque los malos, casi siempre, se hacen pasar por los buenos.
-Eso es trampa.
-Efectivamente. Pues bien, una de las cosas más importantes que tienes que aprender es a distinguir entre buenos y malos. Los buenos no hacen daño, generalmente, los malos siempre que pueden, sin excepción. ¿Ok? ¿A ti te parece que la gente que hay en esa plaza está haciendo algo malo?
El niño miró a la gente, trató de ver algo que le indicara el mal.
-No.
-Muy bien, no. Pues, digamos, que en general, estos son los buenos. Piden tener una casa, un trabajo, poder ir al hospital cuando se pongan malos, y que los políticos trabajen para nosotros sin que roben nada, ni ellos ni sus amigos. ¿Lo entiendes?
-Sí –dijo el niño asintiendo.
El padre sonrió y volvió a andar, faltaban unos pasos para entrar en el bloque de pisos de su suegra y reunirse con la familia. Era hora de comer, estaba pensando en la tortilla de patatas que hacía su suegro, la tortilla española. Una delicia patriótica.
-¿Y los malos, papi? ¿Dónde están los malos?
El padre lo miró. Pensó en hablarle de Strauss-Kahn (“un jefe de banqueros cabrón y violador”), de Rodrigo Rato (“padre de la crisis inmobiliaria española y el cobarde que salió corriendo del FMI cuando llegó la crisis”), de ZP (“protector de bancos y banqueros”) de Berlusconi, de Rajoy, de Camps…
-Eso, hijo mío, te lo explico mañana, pero a grandes rasgos y para empezar a distinguirlos se caracterizan por llegar a un sitio y aprovecharse de los demás.
-¿Cómo las hienas, papi, se comen lo que caza el león?
-Eso es, hijo, como las hienas. 
  

domingo, 15 de mayo de 2011

90. La isla de Putamierda

No sé cómo no se me había ocurrido antes pero seguro que esta idea me la copia algún guionista de Tela Hinco. Se trata de juntar en una isla desierta a medio centenar de políticos, dejarlos con sus vestimentas habituales (nada de ropa pija de fin de semana, sino traje y corbata de lunes por la mañana) pero prescindiendo de su personal de confianza, de sus coche y sus teléfonos móviles. Se les podría atraer con alguna mentira piadosa, con invitaciones a inauguraciones ficticias, cursos de hostigamiento al ciudadano o de apropiación indebida sin complejos; yo qué sé.
Una vez reunidos y agrupados en un magnífico complejo turístico, a pie de playa paradisíaca, mientras se preguntan los unos a los otros si saben quién es el anfitrión, haría su aparición estelar Jorge Javier Vázquez, con un cubata medio bebido en la mano, vistiendo pantalón corto, camisa hawaiana y chanclas.
“Queridos amigos”, diría con una voz un tanto beoda, “bienvenidos a la isla de Putamierda, ¡hip!, un territorio… amplio y rico en recursos naturales. Es un lugar virgen, donde no hay leyes ni política ni normas que seguir. Que nadie sospeche… ni se forme una idea equivocada por el nombre de la isla, pues fue un cachondo mental el que la bautizó así y la comunidad internacional, guasona como es, ha respetado el topónimo… ¡y yo también respeto a los topos!, ¡hip!, aclaro”
“Aquí”, seguiría Jorge Javier, “encontrarán comida, ¡hip!, bebida, playas de ensueño, bosques esotéricos, perdón, exóticos, y petróleo. Y muchos kilómetros cuadrados para que todos se sientan los amos de un trozo de isla”
En este punto, nuestros queridos políticos estarían frotándose las manos, deseosos de que Jorge Javier callara y saliera la Esteban para decir aquello de ¿¡Valeeeeee!? Pero en esto, uno de ellos (o de ellas) preguntaría algo así como: “¿Y la peña? ¿Dónde están los habitantes de esta isla maravillosa para que podamos servirnos de ellos y traer aquí la paz, la prosperidad y la modernidad? ¿Dónde encontraremos a nuestra mano de obra?”.
Al escucharlo, Jorge Javier se doblaría por la mitad y empezaría a descojonarse de mala manera, con hipo y lágrimas incluidos, riéndose tanto que se derramaría lo que le quedaba del cubata en el pantalón ante la mirada traviesa de Paquito Camps, uno de los invitados. Antes de continuar, se serviría él mismo otro cubata, le daría el primer sorbo y lo degustaría, ante la impaciencia de los políticos.
“No hay, parten de cero. En Putamierda están sólo ustedes. No hay más recursos humanos que ustedes mismos. Como magníficos gestores que son, ¡hip!, con un territorio virgen, con recursos naturales y sin rémoras del pasado, Sálvame y yo estamos seguros que llevarán a Putamierda a lo más alto del ranking mundial de los países desarrollados”
En este punto y evitando así la reacción de pánico de los políticos y su posterior ira, descendería un helicóptero en Putamierda y lanzaría una escala en donde se engancharía Jorge Javier (sin soltar el cubata, por supuesto) y escaparía de Putamierda y sus nuevos habitantes.
¿Experimento sociológico? ¿Castigo para políticos corruptos e ineptos? ¡Naaaa! Mero entretenimiento televisivo para ver cómo nuestros políticos adiestran a los cangrejos en el arte de rascar espaldas y desatar zapatos. 
  

domingo, 8 de mayo de 2011

89. Un día de reflexiones

Uno se pregunta –ese uno soy yo- si lo que aprendió en el colegio vale de algo cuando las sociedades se vuelven imbéciles y cobardonas. La reflexión viene por el asesinato de Bin Laden –sí, asesinato, y luego entramos en detalles- y los comentarios de políticos y tertulianos españoles, tan acomodados a opinar y escandalizarse sobre lo que hacen fuera de nuestras fronteras, como si de verdad la comunidad internacional estuviera interesada en lo que pensamos (pero si ya nos conocen, hombre). Digamos que, a nivel general, la peña hispana se ha dividido entre los que se han mostrado a favor y en contra del asesinato. Y luego ha habido multitud de matices un tanto absurdos entre los que se trataba de dilucidar si era asesinato, acto de guerra, represalia, etc. Por último, hemos tenido a unos cuantos creadores de ficciones (los que se está perdiendo la literatura y el cine, por fortuna) en el que tratan de enmendarle la plana a los USA diciendo que lo mejor era capturarlo vivo para luego enjuiciarlo y luego... exacto, condenarlo a muerte, o sea, lo mismo pero con juicio previo.
Quede claro que a mí Bin Laden me parecía un cabrón de tomo y lomo, y su asesinato no me conmueve lo más mínimo. Mejor sin que con él. Otra cosa es que su asesinato sirva para frenar a Al Qaeda, lo que es obvio que no pasará, pues si algo la distingue es la fuerte autonomía de sus cédulas terroristas. Tal vez si la “inteligencia” occidental se dedicara a estudiar algo sobre los reinos de taifas que hubo en la Península Ibérica, allá por el año 1031, aprendería a combatir un poquito mejor el terrorismo yihadista.
Otro matiz un tanto absurdo era cómo nombrar al asesinato, como si el hecho de utilizar la palabra matar, asesinar o ejecutar cambiara en algo la realidad. Iban a por su cabeza y la han obtenido, desde el principio fue así, y ahora entramos en si era lícito o no obtenerla (a mí me parece que sí).
Otro asunto es el hecho de que si las torturas a los presos de Guantánamo justificaban el desenlace (rotundamente no), es más, dudo mucho que la información obtenida de los torturados sirviera para localizar y asesinar a Bin Laden (y aunque hubiera servido estoy en contra). No obstante, aquí sí que vemos una reacción anglo que les hace diferente a los demás, aceptando como “cuestión abierta” el hecho de que la tortura sirva contra el terrorismo. O sea, el propio poder estadounidense reconoce las torturas y el hecho de que a lo mejor no sirven. Son unos cabrones pero al menos lo admiten.
Y por último, las felicitaciones de don Mariano me helaron la amígdala, esa parte del cerebro reptiliana que tenemos los hombres (y las mujeres) y que en el caso de los muertos de The Walking Dead les hace ser tan cabrones y tan caníbales. Resulta que el PP se lleva media vida mentándole el GAL (Grupos Antiterroristas de Liberación) al PSOE, poniéndose muy sensibles y muy democráticos (por cierto, que en tiempos de la UCD y con Martín Villa de ministro del Interior -o de Gobernación, como se decía entonces- también hubo guerra sucia a cargo del Estado. Martín Villa es pepero y la UCD gobernó desde 1977 a 1982, luego entraron los socialistas. Conviene recordar estas cositas aunque parezca un capullo), y luego va don Mariano y felicita a EE.UU (¿despertarían a Obama para decirle que llamaba Rajoy? ¿Traducía Moragas o Aznar?). ¿En qué quedamos? ¿Apoyamos la guerra sucia o no la apoyamos –bueno, ellos también la practicaron, o sea, que sí que la apoyan-, querido PP?
En fin, creo que hay una palabra que se llama excepción y que sirve para asimilar todo esto. Es mejor pensar por uno mismo a esperar a que el partido político de turno te diga si algo que ha pasado es bueno o es malo. Al final tanto tratarle a uno como un gilipollas lo acaban convirtiendo en eso mismo.
   

domingo, 1 de mayo de 2011

88. Las barbas de Mas
  
Del mismo modo que Mourinho recurre al famoso trivote cada vez que tiene un partido difícil y no sabe a quién poner, yo recurro a la actualidad española cuando dudo sobre qué tema tocar en Taberna de Armas. Así que, 1 de mayo y con la escalofriante cifra de la EPA (Encuesta de Población Activa) de 4,9 millones de parados, era obvio que debía hablar sobre el cultivo del algodón y el aderezo de la remolacha tempranera.
El espíritu de los tiempos es tan pobre y poco consistente (y mediocre), que cuando llegan a un acuerdo los dos principales partidos políticos españoles es para joder a la ciudadanía. El consenso no se utiliza ya para aprobar una Constitución o unos planes económicos y sociales que beneficien al ciudadano, sino para repartir prebendas y eludir responsabilidades.
Al principio me extrañó la escasa crítica de los portavoces peperos ante la cifra del paro. La verdad es que lo tenían muy fácil para pedir lo de siempre y un poquito más, pero han largado poco. Luego lo entendí. Más o menos tienen seguro que en un año ganan las elecciones, lo cual, empieza a darse cuenta Mariano, no deja de ser un marrón taco de gordo, porque no estamos en 1996 y la crisis no está a punto de acabar. A mediados de los 90 el PP llegó al gobierno cuando el país estaba ya recuperándose, pero ahora el milagro de los panes y los ladrillos no va a funcionar. Mariano está acojonado y no es para menos: sabe que el problema del paro se lo va a tener que comer crudito porque hay desempleo para rato. En su fuero interno debe de pensar que si las elecciones fueran dentro de dos años en vez de uno, el destino le haría un favor. De ser entrenador, sería el único que pediría prorrogar el partido porque sabe que cuando el árbitro pite el final, la copa la gestiona él.
Mariano cuenta además con un referente: Artur Mas. Tras dos legislaturas del tripartito, el independentista que cae bien a la derecha española entró en el gobierno catalán sin complejos y con ganas de cargarse la sanidad pública de su región. Se creía que lo iba a tener fácil, que iba a ser el que impusiera los recortes, el sheriff que afearía la conducta de los funcionarios y de todo lo que oliera a público, y que encima lo iban a aplaudir. Así lograría solucionar el problema y, de paso, evidenciar la falta de actitud de la izquierda ante la crisis. Pero resulta que no, que la realidad es un poquito más compleja de lo que desean los políticos y el pobre Artur está comprobando que más que seny, el catalán medio está hasta los cojones de que la crisis la paguen siempre los mismos, como en el resto de España.
El desempleo criminal que sufre nuestro país es un tema que se la sopla a la izquierda y a la derecha. Entre inútiles y corruptos anda el juego, a unos y otros votará una ciudadanía cada vez más sumisa, ignorante y mentecata, impávida ante lo relevante y embestidora frente a lo trivial. No me extraña que con los cuernos que soportamos nos toreen como lo hacen.
Tendría que aprobarse una ley para que cuando los parados superaran los 4 millones se celebraran elecciones generales nuevas sin que pudiera repetir ninguno de los diputados actuales (ni lo solucionan ni llegan a un acuerdo de Estado para luchar contra el mayor problema que vive hoy el país). No creo que dicha ley aportara gran cosa, desde luego no crearía empleo (como la última reforma laboral) pero puestos a joder, la ciudadanía también participaría de la orgía sin tener que poner siempre el ojete.
   

domingo, 24 de abril de 2011

87. Partido Racionalista
    
Lo sé, lo sé, aún no lo he fundado ni lo haré, convencido de que toda buena idea la acaban pervirtiendo los mamones de siempre, pero no por eso voy a dejar de lanzar unas cuantas propuestas electorales para las campañas que se avecinan. Como sé que el programa electoral de un partido político es cada vez más secundario (qué tiempos aquellos en los que creíamos que elegir a un partido o a otro era tan fácil como comparar sus programas electorales) no temo en absoluto que me copien las ideas los dos grandes partidos ni los nacionalistas. Es más, si tienen huevos que lo hagan… pero algo me dice que no caerán en esta provocación.
Primera propuesta. Cambiar la ley electoral. Se dejan los 350 escaños de siempre, se crea un único colegio electoral como en las elecciones europeas (mismas listas votes desde donde votes) y se encarga al Colegio de Matemáticos nacional una fórmula justa y simple para asignar los escaños a los votos (si no existiera dicho colegio en España contratamos a uno de fuera, preferiblemente alemán). Eso en cuanto a los parlamentos y ayuntamientos. A los líderes se los elige directamente. Elecciones presidenciales y elecciones directas a la alcaldía.
Segunda. Reforma de la financiación de los partidos políticos, impidiendo que se endeuden como lo hacen y acabando con la dependencia que tienen con los bancos. Con las nuevas tecnologías se ahorrarán un huevo y, de paso, con el huevo de más y la deuda de menos, podrán acotar un poco la vida sin reglas del mundo financiero patrio (ni por esas lo harían, pero hay que reclamarlo). También habrá que regular adecuadamente las aportaciones de los particulares (no me opongo, pero con límites) y, en definitiva, volver transparente la opaca financiación de los partidos. Ante la duda, que la Fiscalía Anticorrupción haga acto de presencia.
Tercera. Estatuto del político. Ellos y ellas no pueden autorregularse, suficiente es que le digan al resto de profesionales y ciudadanos lo que deben cobrar, sus derechos y obligaciones. A partir de ahora serán otros ciudadanos quienes dictaminen las normas que guíen los pasos del político profesional: sueldos y duración de los cargos políticos (no más de 8 años en los puestos de presidentes y alcaldes, ni más de 24 en la vida pública en general), régimen muy estricto de incompatibilidades (si están en política y cobran por ello significa dedicación absoluta, no queremos pluriempleo) e inhabilitaciones de por vida en los casos de corrupción. ¡Ah!, por cierto: primarias obligatorias para todos los partidos políticos.
Cuarta propuesta. Reforma de la justicia. Informatizar desde el Tribunal Supremo hasta los juzgados de paz (pasando por audiencias nacionales, provinciales, juzgados, etc.). Dotar de más personal a los juzgados. Revisar el código penal y civil para adecuar las sanciones y castigos a las faltas y delitos cometidos. Sancionar a los jueces por baja productividad. Potenciar la figura del jurado popular.
Quinta. Acabar con las diputaciones provinciales, fomentar las uniones administrativas de municipios sin temor a los catetos de siempre y terminar con el mamoneo entre administraciones y competencias. O sea, si se distribuyen competencias también hay que dar dinero para asumirlas. Si se especulan con ellas o se falla estrepitosamente en su gestión se quitan las competencias.
Sexto. En caso de duda, copiar a un país más civilizado y con más experiencia democrática que el nuestro, con preferencia a los nórdicos y a los anglos. Copiar no es malo, la civilización humana se basa en ello: el uso generalizado de la rueda es una prueba fehaciente.
Conforme se me vayan ocurriendo más ideas racionales las iré escribiendo. Por cierto, también valoraré las tuyas; ahí tienes el contador de comentarios a cero. 

                  

domingo, 17 de abril de 2011

86. Spanish splendor
 
Érase una vez un país no tan lejano donde los ciudadanos vivían ignorantes, ricos y felices. Todos tenían trabajo, la mayoría pésimamente pagados, pero si se colgaban un ladrillo al cuello ganaban lo suficiente como para hipotecarse por 200.000 euros y tunear el coche una vez al año. Llevaban así desde 1996 y a pesar de que cambiaron de jefe en el 2004, el estilo macroeconómico no se desvió ni un ápice de la doctrina Solbes-Rato-Solbes. Mientras tanto, en aquellos años de esplendor español, cuando le decíamos a Europa que callara y aprendiera de nosotros, sus ciudadanos más preparados en el nivel académico palidecían bajo el sol hispano por menos de 1.000 euros al mes. Sus carreras se frustraban nada más salir de la facultad: empleos precarios, mal pagados, trato denigrante y la sonrisa estúpida de un soberbio autodenominado empresario, que creía ser millonario cuando podía gastarse 60.000 euros en un mercedes… a costa de desmotivar diariamente a lo mejorcito de su empresa.
Pero el viento cambió de rumbo, llegó el año 2008 y una fea crisis sacudió al mundo invadiendo país a país… menos el nuestro, claro. Y sin embargo la crisis entró en el terreno patrio; encontró fuentes, pozos y sembrados de los que alimentarse y crecer más que en ningún otro sitio… y reproducirse. Cuando el líder de los españoles asumió que la crisis había invadido el país soleado, se apresuró a pronosticar que saldría antes que tarde. “Tomad el cemento en polvo y terminad los parques, los polideportivos y las plazas”.
Así que los ciudadanos nos cogimos de las manos, cerramos los ojos y soplamos fuerte para que la crisis se marchara, para que huyera despavorida, temerosa de la planificación y previsión española, de los fuertes cimientos de nuestra economía, de nuestro carácter innovador y creativo. Y mientras soplábamos fuerte, continuábamos con el ladrillo colgado al cuello como si se tratara de un poderoso talismán que hubiera perdido su energía brevemente, como si sólo hubiera que cambiarle las pilas para que siguiera brillando. Pero la luz no llegó. Y a los pocos meses la crisis no sólo no desapareció sino que se meó en aquellos brotes verdes que hoy deberían haber sido bosques. “Sed optimistas, que esto lo arreglamos entre todos”, continuaron diciéndonos, y, aunque cagados de miedo, continuamos aferrados al ladrillo convencidos de que sólo eran un par de años duros, de leves reajustes.
Sin embargo miles y miles de ciudadanos fueron perdiendo su empleo, su subsidio de desempleo, sus 400 euros de ayuda, sus ahorros familiares… perdieron sus casas y siguieron hipotecados, pero, según nos dijeron, la crisis iba perdiendo fuelle, energía, se estaba secando. Y llegó la reforma. El cinturón para el ciudadano. “Nos obliga Europa, nos obligan los mercados, así que: hay que despediros sin tanto coste, hay que jubilarse más tarde (y prejubilarse más barato), el funcionario debe cobrar menos, no hay que ir tanto al médico, hay que dejar que las empresas ganen y vosotros perdáis. Y, sobre todo (nos dijeron sin decírnoslo), hay que cambiar las reglas cuantas veces hagan falta para que en este libre mercado una empresa llamada banco nunca pierda, pase lo que pase”, nos dijeron.
La peña se mosqueó con el líder, pero éste dijo que ya no volvería a presentarse más y que confiáramos en sus amigos, que, técnicamente, ya habíamos salido de la crisis (aunque, técnicamente, tengamos 4,3 millones de parados). En esto, el líder de la oposición, el autoproclamado presidente de gobierno en ciernes, se despierta de su siesta y anuncia la fórmula mágica para solucionar el problema: “Permaneced con el ladrillo colgado al cuello, limpiadlo y sacadle brillo. Y, ahora, todos juntos cogidos de las manos y con los ojos cerrados vamos a soplar muy fuerte para que la crisis se marche”…