sábado, 15 de mayo de 2010

40. Tijeritas

Ciertos aplausos deberían ser tan elocuentes y preocupantes como la sonrisa de quien te apunta con un rifle cargado, pero se ve que el presidente del Gobierno no se da por enterado de que ha cavado su propia tumba política y, de paso, la de su partido para los próximos comicios. Dentro de un año, en las próximas elecciones municipales y autonómicas, cuando un PP ensuciado por la corrupción vaya a ganarle la partida al PSOE, algunos políticos honestos y de izquierdas perderán su escaño por la decisión de su jefe de filas. Quizás piense que ha actuado a tiempo para las generales, pero con una decisión así no se llega a ninguna parte. Y, repito, no por la cara de susto que se le queden a los funcionarios –los que menos me importan-, o por la de los pensionistas, padres y dependientes, ni tampoco por las quejas de los currelas que vemos mermados día a día nuestros derechos laborales, qué va. El gesto determinante que prueba que el presidente se ha labrado su propia ruina política ha sido la palmadita en la espalda de la derecha europea, del FMI y del Joaquín Almunia de turno. Si Suárez ha pasado a la Historia por ser el presidente que trajo la democracia; González por conseguir la modernización de España y su inclusión en la Unión Europea; y Aznar por un supuesto desarrollo económico (ahora vemos los lodos de aquel “España va bien”), Zapatero se ha cargado él solo y sin ayuda su eslogan: ya no será el presidente más de izquierdas que habíamos tenido, ya no será el político que protegió a los más débiles frente a la sinvergonzonería del gran capital, no. Zapatero será el presidente con gesto compungido al que le palmearon los omoplatos los jerarcas, desternillándose de risa de paso, al ver como quien más se jactaba de proteger a los vulnerables era precisamente el que al final cogía la tijera y cortaba la esperanza. Aunque quizás sea peor, porque realmente lo que ha cortado el presidente ha sido la confianza, la credibilidad, lo esencial en cualquier líder.
Ahora tratan de justificarlo, dicen que chico ha llegado un pelín tarde pero que al final ha tomado la decisión acertada, la que tenía que tomarse, la de un estadista, y así quieren que lo repitamos. Pero va a ser que no. Va a ser que esta medida es necesaria sólo para calmar a los mercados, para calmar a la Unión Europea y para que el déficit vuelva al 3% para 2013. ¿Y a los especuladores? ¿No se ahorraría más marcándole los límites, exigiéndoles que también arrimen los bolsillos, cobrándoles una tasa que acabara con tantas jubilaciones, despidos y repartos de beneficios multimillonarios? Nuevamente se impone la diferencia entre Estados Unidos y Europa. En la casa de la pradera norteamericana dejaron que Lehman Brothers, el cuarto banco de inversión más grande de los USA, se fuera al garete. Mucho entendido dice que aquello fue un error; yo estoy convencido de lo contrario, de que fue una lección al especulador: ”Si te equivocas lo pagas”. Luego, obviamente, se impuso el rescate del sistema financiero (bancos y similares) por parte del Estado, pero la Administración estadounidense, con Obama a la cabeza, sólo tiene que mencionar la L de Lehman para que en Wall Street y compañía digan el “a sus órdenes, señor presidente”. ¿Y en España? Aquí salvamos a Caja Castilla la Mancha y luego dimos dinero a los bancos (un préstamo) sin asustarlos primero, así que ¿cómo le van a hacer caso a ZP, Sarkozy y a los cuatro líderes europeos? Los tiburones financieros anglos y asiáticos ya saben a donde tienen que ir a cazar: adonde se les permite.
A estas alturas de la película nauseabunda uno se reconforta algo viendo por el YouTube –un canal en Internet de contenidos audiovisuales- el discurso de John F. Kennedy cuando se dirigió a su pueblo durante la crisis de los misiles de Cuba (la cosa pintaba chunga, parecía que soviéticos y estadounidenses iban a empezar la 3ª Guerra Mundial). En aquellos terribles momentos, Kennedy, un líder creíble, pronunció su frase más famosa: “No te preguntes lo que el país puede hacer por ti, pregúntate lo que tú puedes hacer por el país”. Lástima no ser estadounidense, así no tendría que contestar que estoy pensando en irme a Gibraltar y dedicarme al contrabando de cartones de tabaco mientras escucho a Tijeritas por la radio... pero ahora que lo pienso, seguro que algún economista espabilado se me ha adelantado.