domingo, 15 de mayo de 2011

90. La isla de Putamierda

No sé cómo no se me había ocurrido antes pero seguro que esta idea me la copia algún guionista de Tela Hinco. Se trata de juntar en una isla desierta a medio centenar de políticos, dejarlos con sus vestimentas habituales (nada de ropa pija de fin de semana, sino traje y corbata de lunes por la mañana) pero prescindiendo de su personal de confianza, de sus coche y sus teléfonos móviles. Se les podría atraer con alguna mentira piadosa, con invitaciones a inauguraciones ficticias, cursos de hostigamiento al ciudadano o de apropiación indebida sin complejos; yo qué sé.
Una vez reunidos y agrupados en un magnífico complejo turístico, a pie de playa paradisíaca, mientras se preguntan los unos a los otros si saben quién es el anfitrión, haría su aparición estelar Jorge Javier Vázquez, con un cubata medio bebido en la mano, vistiendo pantalón corto, camisa hawaiana y chanclas.
“Queridos amigos”, diría con una voz un tanto beoda, “bienvenidos a la isla de Putamierda, ¡hip!, un territorio… amplio y rico en recursos naturales. Es un lugar virgen, donde no hay leyes ni política ni normas que seguir. Que nadie sospeche… ni se forme una idea equivocada por el nombre de la isla, pues fue un cachondo mental el que la bautizó así y la comunidad internacional, guasona como es, ha respetado el topónimo… ¡y yo también respeto a los topos!, ¡hip!, aclaro”
“Aquí”, seguiría Jorge Javier, “encontrarán comida, ¡hip!, bebida, playas de ensueño, bosques esotéricos, perdón, exóticos, y petróleo. Y muchos kilómetros cuadrados para que todos se sientan los amos de un trozo de isla”
En este punto, nuestros queridos políticos estarían frotándose las manos, deseosos de que Jorge Javier callara y saliera la Esteban para decir aquello de ¿¡Valeeeeee!? Pero en esto, uno de ellos (o de ellas) preguntaría algo así como: “¿Y la peña? ¿Dónde están los habitantes de esta isla maravillosa para que podamos servirnos de ellos y traer aquí la paz, la prosperidad y la modernidad? ¿Dónde encontraremos a nuestra mano de obra?”.
Al escucharlo, Jorge Javier se doblaría por la mitad y empezaría a descojonarse de mala manera, con hipo y lágrimas incluidos, riéndose tanto que se derramaría lo que le quedaba del cubata en el pantalón ante la mirada traviesa de Paquito Camps, uno de los invitados. Antes de continuar, se serviría él mismo otro cubata, le daría el primer sorbo y lo degustaría, ante la impaciencia de los políticos.
“No hay, parten de cero. En Putamierda están sólo ustedes. No hay más recursos humanos que ustedes mismos. Como magníficos gestores que son, ¡hip!, con un territorio virgen, con recursos naturales y sin rémoras del pasado, Sálvame y yo estamos seguros que llevarán a Putamierda a lo más alto del ranking mundial de los países desarrollados”
En este punto y evitando así la reacción de pánico de los políticos y su posterior ira, descendería un helicóptero en Putamierda y lanzaría una escala en donde se engancharía Jorge Javier (sin soltar el cubata, por supuesto) y escaparía de Putamierda y sus nuevos habitantes.
¿Experimento sociológico? ¿Castigo para políticos corruptos e ineptos? ¡Naaaa! Mero entretenimiento televisivo para ver cómo nuestros políticos adiestran a los cangrejos en el arte de rascar espaldas y desatar zapatos. 
  

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Peli Gore?

Ricardo Montes de Oca dijo...

Lo veo más como un reality pero también molaría en formato cinematográfico. De todos modos duraría poco, ¿te imaginas 50 políticos solos en una isla? Morirían de hambre. Al final, está claro, se impondría el instinto de supervivencia, pero estoy seguro de que si metes a 50 personas de otras profesiones en una isla se organizarían mejor.
En manos de esos adiestradores de cangrejos isleños estamos.