domingo, 10 de octubre de 2010

61. Alma chunga

Yo no estoy de acuerdo, no estoy de acuerdo en absoluto, al menos en principio, aunque puede que al final sí que lo esté, pero en principio, no, eso desde luego, ¡claro que no! Y por el medio no te digo ni que sí ni que no, sino todo lo contrario. ¿De qué hablo? No importa, la fórmula utilizada arriba puede usarse con igual soltura en el Congreso de los Diputados que en la televisión, los dos grandes centros de pensamiento de España. A la Iglesia católica no la nombro porque ya ni para eso vale. Al menos hace unos siglos, sus pajas mentales estaban muy elaboradas, pero ya sólo valen para hacer estudios paralelos de cómo el preservativo no evita el sida en África –alucinante- o enseñar sexualidad a los adolescentes. Sí, sí, que el gobierno valenciano de Camps le ha encargado la faena a la Iglesia, como si no tuvieran suficiente para defenderse de los casos de pederastia; en fin que ya te contaré otro día, querido Juan, el exceso de Fallas que tenemos por estas tierras.
Pero hoy no, hoy nos vamos hasta los países nórdicos, hasta el blog de un español que vive por allí (el blog se llama La saga de Dashiell) y donde transcribe la charla con una amiga finlandesa sobre España. El post –artículo- lo descubrí gracias a ABC, especialista en criticar a España cuando gobierna el PSOE. Lástima que no mantenga la misma actitud crítica cuando manda el PP, claro que pedirle a un diario español cierta objetividad u honestidad para ganar credibilidad es tanto como exigirle al agua que no moje: como si la credibilidad le importara al españolito medio una mierda. Aquí abrimos los periódicos con la misma intención que el folleto de las instrucciones, o sea, aprender la mejor manera de reventar al rival sin tener que pensar demasiado.
A lo que iba, en la charla, la amiga finlandesa detalla una dolorosa serie de críticas a España. Dolorosa porque en algunas da en el clavo con fría precisión nórdica, como cuando afirma que tratamos de conciliar dos actitudes opuestas, la de avergonzarnos de nuestro país constantemente pero a la vez creernos los mejores del mundo, y cabrearnos, de paso, con toda crítica extranjera. Ok, aunque esto pasa realmente con cualquier sociedad; basta con pensar en nuestra propia madre y en las críticas que le hemos lanzado, para pasar a la defensa incondicional de nuestra progenitora cuando otro hace lo mismo con ella.
Pero hay una crítica en especial que escuece más que las otras. Un país sin alma, dice la pava, y lo es, argumenta ella, porque la mayoría no vamos a los toros, ni a los tablaos flamencos ni volvemos a casa para echar la siesta, y que no somos, por tanto, tan diferentes del resto de los europeos.
Querida amiga finlandesa: el país en el que vivo sí que tiene alma, puede ser pequeñita, enjuta y opaca, a veces cabrona y otras, algunas veces, entrañable, pero sí que la tiene. Lo que pasa es que está chunga o es chunga, o sea, que cuando no está enferma es pecadora y vil como pocas. Pasamos de querer europeizarnos a desear españolizar a Europa; o de salir acomplejados al extranjero a convertirnos en vociferantes engreídos que damos lecciones a franceses y alemanes. Somos históricamente improductivos, profundamente irracionales y la mayoría de nuestros líderes son un atajo de mediocres iracundos y pusilánimes. Nos falla el sistema, no hay uno establecido donde la recompensa y el castigo sean justamente proporcionados. Jueces, gobernantes y parlamentarios son los principales responsables de esto. En cuanto a la Educación Pública apuesta por homogeneizarnos y se limita a sobrevivir, no es ambiciosa y sigue sin aplicar el método de aprendizaje de Ramón Campayo, y del sistema sanitario ya hablaremos otro día detenidamente, sólo adelanto que nos jactamos de que al ciudadano español se le dé gratuitamente tratamiento de quimioterapia por valor de medio millón de euros, para olvidamos luego de que los pacientes pueden esperar en urgencias más de seis horas, mientras media docena de celadores montan su juerga particular delante de sus narices.
Quizás el desconocido término medio sea nuestra asignatura pendiente, tal vez la cautela deba ser el plato diario del que nos alimentemos si queremos ser mejores. Y, sobre todo, cuando 9 de cada 10 españoles dejen de embestir para pensar, habremos avanzado el trecho necesario.
Soy optimista, como dijo Víctor Jara, hoy es el tiempo que puede ser mañana.


4 comentarios:

lara dijo...

Querida finlandesa, tuve la oportunidad de vivir tres meses en tu pais, podría descubrir el lado oscura de vuestra alma pero seguro que eres conocedora de ella igual que yo de la de mi pais. Me quedo con vuestro gran civismo y el papel de la mujer trabajadora de tu pais. Dicho esto de invito a conocer el mío:
Es cierto que el 100% de los españoles no va a los toros, ni a los tablaos flamencos ni duermen la siesta a diario. Pero diferenciamos el toro de la vaca de leche, todos, hasta yo, hemos cantado en alguna fiesta obi oba y bailado paquito chocolatero, y sabemos difrutar de una cabezada de 10 minutos con el telediario puesto, siempre que es posible. Todos tenemos en nuestra casa una fregona (que no un trapo que se escurre con las manos) y nos encantan los “koyac” (que no es ni el pintor ni el premio, sino el chupa chus, otro invento español).Unos nos más que otros, pero todos, sabemos pelar pipas desde la niñez. Nunca nos tomaríamos una cerveza recién sacada de un mueble diferente al frigorífico y cualquier día de la semana es bueno para tomarse una, que no 100, con un amigo. Nuestra familia va más allá de padres y hermanos, tenemos primos, primos segundos, tios y tios abuelos, madrinas y tatas, y dos apellidos. Todos vivimos con ilusión de un niño el 22 diciembre, te dejo que descubras por qué, y papá noel no es más que un invento del corte inglés, (digo en España, por supuesto no en tu tierra) nosotros tenemos a nuestros reyes magos. Pero si algo nos diferencia de la mayoría de europeos es lo siguiente “COMEMOS” no nos alimentamos, cada región española tiene su comida regional típica tan rica como diferente de la del al lado, aunque nos une el jamón, la tortilla de papas y la paella, con elle, por favor. Si sólo tuvistes la oportunidad de conocer una pequeña región de España, o por poco tiempo, y si perteneces a la mayoría de finlandeses cívicos y aseados te invito a que pases una semana en mi casa, otro invento español.

Ricardo Montes de Oca dijo...

Querida hermana, eres una auténtica máquina. ¡Vaya carta más chula! Me olvidé de que tú habías pasado una temporada en Helsinki. Nada, chica, que con comentarios como el tuyo sobran mis columnas. Un beso grande y muchas gracias por tu aportación.

Anónimo dijo...

Manífica reflexión, Rykar. Si dijera que estoy de acuerdo, me quedaría corto.
No existe el término medio en España. No sé de dónde nace este fenómeno, pero compruebo cada día que los medios lo sustentan y promueven.
Hay algo más, quizá alguien se atreve a defender ese término medio, pero inmediatamente consideramos que está en el opuesto.
Lara, esa respuesta se merece un ¡ole!, de esos que utilizaríamos en una corrida de toros, a las que pocos van.

Ricardo Montes de Oca dijo...

Gracias, querido y reconocido anónimo. En España se suele detestar al moderado, pero todavía hay una postura más rechazable: la del racionalista. Ese racionalismo que tan buenos resultados ha dado en el mundo civilizado es despreciado de parte a parte en nuestro territorio nacional. En fin, como digo en la columna: hoy es el tiempo que puede ser mañana.