sábado, 31 de octubre de 2009

12. El emperador invisible

A pesar de que fui un niño atento a cualquier historia y cuento que me relataran mis mayores, a las anécdotas que se les escapaban o que compartían conmigo o incluso a los libros que comencé a leer, no hubo ninguna narración que me hablara de cierto personaje. Crecí con las historias de soldaditos de plomo, brujas emboscadas, princesitas rubias y flautistas embelesadores. Ahora soy yo quien se las cuenta a las niñas Clara y Lucía, aquellas historias que los hermanos Grimm o que Hans Christian Andersen escribieron en el siglo XIX, verdaderas enseñanzas que van preparando a los infantes para la vida. Además, las chiquillas reaccionan al igual que lo hice yo: mientras escuchan el relato quieren ver el dibujo que los ilustra, para comprobar cuán fea es la bruja o bello y apuesto el príncipe de los que hablan los cuentos. Pero me he percatado de que hace falta una pequeña actualización.
Fue después de la lectura de El traje del emperador, aquel cuento en que unos astutos rufianes engañan al soberano haciéndole creer que le cosen un traje que sólo los inteligentes podían ver, de modo que quien lo viera desnudo demostraba su imbecilidad e ignorancia. Pero el imbécil era en realidad el emperador, que se dejó engañar porque no tenía a su lado a un Bigotes que le regalara trajes de Milano, así que se vio irremediablemente desnudo y lerdo, e hizo como el que llevaba una esplendorosa ropa cuando en realidad iba en cueros delante de todos sus súbditos.
Pues bien, resulta que aunque no me lo contaron, ese emperador tenía en otro país un primo mucho más listo que él, al que muy pocos conocían por su verdadero título, el de el emperador invisible. Nuestro siniestro personaje tenía una rara facultad un tanto inapreciable para la mayoría: parecía que no tenía poder. ¿Y qué facultad es esa?, preguntarán los niños. Bueno, pues la cosa tiene gracia o la tendría si no fuera porque ya nos lleva jodiendo muchos años, pero el caso es que sí que tiene mucho poder, y no, no tienen ninguna responsabilidad, y sí, abusa de ese poder sin freno todo lo que le da la gana y más. Y el problema es que el emperador invisible no es uno como Sauron, pues hobbits hay en todas partes para acabar con él, lo peor es que hay unas cuantas hornadas de emperadores invisibles que adoptan la forma de un banquero, de un político, de un hereda empresas, de un hunde economías ajenas, que después de tomar decisiones irracionales y dañinas, y de gran calado –como dicen en la TV- nos joden a los súbditos. Disculpe, dirán las niñas y niños, pero vivimos en una democracia, ya no somos súbditos sino ciudadanos. Y tendrá razón, la chiquillería, lo malo es que todo estaba previsto y que la democracia está muy bien, sobre todo para los que conocieron tiempos peores, pero el emperador invisible navega con experiencia por las aguas de la democracia, y es comprensivo con los partidos políticos y financia sus deudas, y cuanto más dinero debe el poder político al financiero, mejor para el emperador invisible y peor para los ciudadanos porque, ¿quién va a tocarle las pelotas al que te da pasta gansa para que cuelgues los carteles en las calles? ¿Cómo vas a controlarlos más allá de la simple formalidad si cualquier ministro de Economía ha pasado por sus clases o seminarios? ¿Y el príncipe, y el caballero, y las tropas de asalto... nadie se opone al emperador invisible? Bueno, pero es que el emperador es muy listo y no aparece cuando se le busca, ya aprendió de sus antepasados, que cuanto más alzaban el pescuezo con mirada de superioridad, más pronto le cercenaban la cabeza, así que ahora se limita a influir y cuenta con poderosas armas para ello: medios de comunicación doradores de píldoras y untadores de vaselina para supositorios, televisiones lerdizantes, académicos y falsos intelectuales justificadores de cualquier tropelía del emperador invisible, etc.
Pero bueno, a pesar de sus armas, de su fortaleza aparentemente inexpugnable, de su legión de defensores habrá algún momento en el que el bien triunfe sobre el mal, ¿no?, al menos en las versiones descafeinadas de los cuentos de siempre ocurre así, ¿verdad? Claro, claro, sólo que hay un pequeño matiz, y es que cuando en una de aquellas se los agarras bien al emperador invisible te dice aquello de que él no ha sido, que no ha tenido la culpa ni responsabilidad, que fue otro, que preguntes por el emperador desnudo o por el sátrapa bananero... pero que él, o ella, es inocente y casi siempre acaban escapando y cuando uno de ellos cae hay otros que recogen el manto de invisibilidad para seguir gobernando... a su manera.
Otro día seguiré la actualización con el cuento de La vaca que se quedó sin leche por culpa de los mamones de siempre.
           

5 comentarios:

Xavier Seguí dijo...

Queda claro que la columna se cuece directamente de los calores de la espléndida manifestación que alegró las calles de Valencia; total, unos 2.300 radicales nacionalistas, o la invisibilidad en algunas portadas de periódicos PROVINCIAnoS. Seguramente es una de las pocas maneras que nos quedan, a modo de un sordo aviso a quienes se enredan en los manejos del poder: no todo el mundo se chupa el dedo, a no todo el mundo se puede camelar con el truco, nada por aquí, nada por allá, el traje me lo he pagado con el dinero de la parienta.
Está claro que nos tocará reinventarnos los cuentos, para preparar a los que vienen a los tiempos que corren.

Ricardo Montes de Oca dijo...

En realidad, querido Xavier, el artículo lo publiqué unas horas antes de la manifestación, pero la idea sí que se me ocurrió leyéndoles un cuento a las niñas, precisamente El traje del emperador. Mientras lo leía me percataba de que hace falta actualizarlos, me acordaba del personaje de Javier Bardem en Los lunes al sol, cuando reinterpreta el cuento de La cigarra y la hormiga y avisa a la chiquilla de que las hormigas pueden ser unas auténticas hijas de puta. Pues eso.

Anónimo dijo...

Hay emperadores imvisibles, en otro momento los comentaré, ahora quiero comentar sobre los doradores de pilroras etc. etc. que citas en tu magnífico artículo, yo los englobo con el calificativo de "QUITA VERGUENZAS", en otros lugares se les llaman "TRAGADERAS ANCHAS". es un especimen amoral,pues su bandera es, el disimulo, el engaño,la adulacion,el pelotilleo, todo por un sueldecillo, y evidentemente por una demasía de migajas; son capaces de cualquier cosa.
Las migajas como se podrá comprender son desde restos de una botella de "Guisqui",una foto con el emperador invisible, una comision por la hipotéca que dá la sucursal del banco del pueblo en donde trabaja, a sabiendas de que será dificil devolver.Mucho ojo con éste,que es ,quita verguenzas y además emperador invisible en el pueblo, sus frases favoritas son "me tienen que autorizar" "hoy el jefe esta reunido" "hoy no he parado"etc.etc. supongo que de todos son conocidas,tienen el poder de jugar con la Necesidad y la Ilusión de las personas, y por supuesto con su exiguo patrimonio.

Anónimo dijo...

Los grandes mandatarios de las corporaciones financieras que se esconden en el anonimato,asi no sacan el cuello,tienen como bien dejas claro en tu artículo,cantidades ingentes de esbirros los llamo yo,que les hacen el trabajo sucio y ponen en practica toda clase de elucubración ideada por ese Emperador Invisible,solo cuentan los dividendos,pocos para los accionitas,poquito para esta caterva,y mucho, muchísimo para ellos.Pienso que una forma de combatir a esta ralea,es dejar la cuenta del banco a cero, y así no te pueden cargar los recibos de Agua, Luz, Gas etc.etc., la compañia te manda un aviso para que en un plazo abones el débito, en tal o en cual entidad,sin sobrecoste ni intereses de demora o descubierto,claro, es un trabajo que tenemos que hacer nosotros,pero es la única forma de cargarse a los doradores de pildoras y untadores de vaselina y así hacer que salga a la palestra el emperador invisible.

Ricardo Montes de Oca dijo...

Muy buenas las 2 reflexiones, tanto la del emperador invisible local como la de dejar a cero la cuenta corriente -lo malo es que te cobrarían comisiones de mantenimiento e invenciones similares-.Más de una vez he pensado si no podría crearse una entidad financiera diferente a bancos y a cajas de ahorro, algo más pequeñito y quizás más local. No sé, ¿hay algún economista que se le ocurra algo viable?
Un saludo.