15-M en Sevilla
Una vez más se impone felicitar a los votantes de derechas por entender mejor el principal mecanismo de una democracia moderna: el voto. A pesar de que muchas veces –entre otras, en esta ocasión también- premien el malfacer de su partido (xenofobia en Cataluña), ignoren los casos de corrupción (Camps) o voten a una candidatura que no ha hecho ni oposición ni campaña electoral (en Benetússer, municipio del área metropolitana de Valencia y donde actualmente resido), hay que concluir que el pepero de turno entiende las reglas del juego con una soltura que ni sueña el izquierdista medio.
No me quejo de la falta de fidelidad del voto, todo lo contrario, una persona libre e inteligente puede cambiar su voto en función de sus criterios, pero vota. Como dije en algún comentario en esta misma Taberna, aunque de manera más fina, quien no vota es una persona que vive en una dictadura o que le importa un huevo vivir en ella. Es como el curro: si llegas tarde continuamente y no eres funcionario es probable que te terminen echando, sin importar que luego te quedes más tiempo o seas más productivo que el resto de tus compañeros. Puede que sea injusto, pero acorde a las reglas es lo que hay.
Esto me lleva, inevitablemente, al movimiento 15-M. La semana pasada ya me encargué de alabarlo y sigo creyendo que es un buen ejemplo de ciudadanía. Además lo hemos exportado a otros países y es emocionante leer carteles en español en plazas estadounidenses, italianas, inglesas o alemanas reclamando más libertad y democracia. Dentro de nuestras fronteras, esta movilización es buena y necesaria para avisar a los partidos de izquierdas que deben cambiar e integrar las propuestas del 15-M para volver a gobernar. Suficiente influencia han tenido en el gobierno socialista el mercado, los neoliberales y la irracionalidad del banquero y sus amigotes. Ya era hora de que le tiraran a Zp y a Rubalcaba de la oreja izquierda. Pero ya está. El movimiento no puede ir más allá de ahí, de la influencia. Se agotará en sí mismo si no logra eso, influir, que la estructura (o sea, los partidos políticos) lleve en sus programas electorales parte de sus propuestas. Y eso es mucho, y es un objetivo loable que se puede conseguir.
No he estado en ninguna de las concentraciones del 15-M pero conozco a gente de cuyo criterio me fío que sí han ido y se han mostrado encantados. Sobre todo, me dicen (y también veo) por la manera en la que son autosuficientes, el modo de organizarse, de mantener una convivencia sin necesidad de que el poder esté presente. Pasa como con lo del Prestige y el chapapote: es la propia iniciativa popular la que primero llega y trata de buscar una solución al problema. Es admirable; es, de hecho, hermoso para los ciudadanos… y terrible para los gobernantes.
Pero hay que votar. Además de la plaza, hay que votar, además de la propuestas, hay que pedir que la peña vote (sin siglas, sin partidos, pero que voten). Porque si la peña no vota el espíritu del perroflautismo nos contaminará a todos cual infección zombi. Y eso, a la derecha española, liberal y votante, le mola cantidad.
3 comentarios:
Que pasa compadre;
Te comento, yo soy uno de esos que no han votado, y lo he hecho con toda la reflexión e información que he tenido a mi alcance, que ya es difícil.
Yo creo en la democracia, pero no en esta pantomima que tenemos ahora, es decir, nos convocan cada cuatro años, damos el voto al color con el que nos identificamos, porque unos son malísimos de la muerte y los otros lo van a hacer lo mejor que puedan, una vez celebradas las elecciones, salen al balcón, dicen que van a gobernar para todos los ciudadanos (que hermosa palabra y que mal usada), los que le han votado y no, y nos vemos para las elecciones que vienen. Que lección de democracia.
Me gustaría una democracia participativa en la que los ciudadanos pudiesen votar en asambleas vecinales en que quieren gastar los presupuestos municipales, me gustaría que todas las instituciones y empresas públicas tuviesen una contabilidad transparente, es decir, a primeros de año que presupuesto se tiene, a final de año cuanto se ha gastado, en, cuándo y cómo, y que las actualizaciones fuesen mensuales. Que los concursos públicos fuesen más transparente, y muchas otras propuestas que seguro todos tenemos en nuestras mentes que son posibles, cuestan poco o nada y que no se hacen precisamente porque los partidos políticos está muy acomodados con lo que hay.
El problema es que nuestra democracia se vertebra en los partidos políticos y no en los ciudadanos, es decir, estas superestructuras de poder les dice al ciudadano, dame tu voto que yo te represento, y cuando están en el poder, les da el ataque de todos los partidos en los gobiernos, la responsabilidad. Con solemnes palabras dicen, esto que hago lo hago por responsabilidad y compromiso para el bien de todos, esto fue dicho por un presidente que nos metió en una guerra y también por otro que nos ha realizado unos recortes sociales sin parangón, pero sobre todo, muy responsables ambos.
Si por ejemplo tú o yo queremos ejercer nuestra participación democrática, si quieres mejorar tu entorno, si quieres que tus hijos tengan mejores colegios o el ambulatorio de tu vecindario esté bien gestionado, como podemos influir, que hacer, pues tal como está montado el tinglado actualmente es afiliarte a un partido al que le debes disciplina, quiere decir que aunque no estés de acuerdo, ese organismo tiene que seguir funcionando y tu seguir la disciplina del grupo al que radiques, ah! Que no se te olviden unas buenas rodilleras y una buena espada.
Es sorprendente que todos los partidos cuando han visto el Movimiento 15M, hayan salido corriendo que lo más importante es votar, aunque fuese a su rival, es sorprendente la generosidad que muestran los políticos cuando ven peligrar su gallinero, piensan mejor que voten al oponente y que esto funcione a que se cuestionen el sistema.
Para que haya transformaciones en los sistemas, no siempre se puede llevar desde dentro del mismo, ya que este se encarga de encauzar a los disconformes para que al final no pase nada. Las revoluciones en la mayoría de los casos es un choque frontal con lo establecido y partir de ahí crear o transformar.
Sobre la Real Policy te puedo comentar, es normal que la derecha tenga disciplina de voto, es simple cuando salen los suyos gobiernan para ellos, cuando solos los otros, gobiernan la mitad o más para ellos, por lo cual el sistema es cojonudo.
Acuérdate que los que montaron las ETT fueron los de las izquierdas, que los recortes sociales, laborales y veremos en los convenios colectivos ha sido con las izquierdas ¿Crees que el ciudadano de Vallecas, San Pablo o Polígono Sur se va a plantear derechas o izquierdas? Lo que ven ellos y es lo que escucho en los bares (que son un buen pulso metro de la sociedad) Mismo perro con distinto collar. Por esto muchos se quedaron en casa viendo Er Betis y otros fueron a misa y poner su papeleta en las urnas.
Querido Alex, tu reflexión está bien argumentada, pero choca con alguna experiencia. Hablas de democracia participativa. Aquí, en Benetússer, pueblo en el que vivo, se creó hace unos años la Agenda 21, un foro de participación ciudadana estructurado en comisiones (educación, infraestructuras, servicios, etc.). Cada comisión se reúne en asambleas vecinales en las que cualquier vecino puede participar e influir en la política diaria. Sus decisiones se votan en el Ayuntamiento (han aprobado el 90% de las peticiones) y existe una parte de los presupuestos destinada a ejecutar dichas decisiones. Creo que es un buen ejemplo de democracia participativa, mejorable, pero una base desde la que partir.
Sin embargo… ¿tú crees que va mucha gente? ¿Piensas que los parroquianos de los bares del pueblo pisan mucho la Agenda 21 o saben siquiera que existe y para qué vale? Si la peña no se molesta siquiera en ir a votar cada 4 años, ¿tú crees que van a tener la paciencia para asistir a una asamblea de tres horas de duración cada 15 días? ¿Y qué harán cuando vean que sus ideas no son tenidas en cuenta en esa democracia participativa? ¿Seguirán yendo, dirán “aunque la mayoría no piense como yo, seguiré participando porque me mola la democracia participativa y no la estructurada en partidos políticos”? Yo creo que no. Creo que la democracia debe evolucionar y, en efecto, no encauzarse sólo a través de los partidos políticos. Las nuevas tecnologías y el voto electrónico pueden hacer mucho en este sentido, pero mientras pasa, hay que seguir votando. Hablas de revolución. Ok, revolución, yo creo en la revolución sexual, y creo también en la revolución educativa, creo que es ahí donde todos nos jugamos los cuartos, creo que se debería implementar el método de aprendizaje de Ramón Campayo en la educación pública. ¿Y qué más? ¿Revolución social? ¿Estás seguro? ¿Y cómo? ¿Y hasta cuándo? ¿Y cómo elegimos a los líderes de esa revolución? ¿No los hay, somos todos? Yo creo, nuevamente, que no. Muchos de los líderes del 15-M terminarán siendo políticos, y buenos, además, pero al final tendrán que encauzarse. Yo creo más en la evolución. Un país al que conoces bien hizo dos revoluciones importantes. La primera fue político-religiosa, a mitad del siglo XVII (16..), en la que le cortaron la cabeza a un rey. La segunda, un siglo más tarde (17..) fue mucho más amplia y terminó afectando al mundo entero: la Revolución Industrial. Desde entonces, Inglaterra no revoluciona sino que evoluciona. Es un buen ejemplo. Tenemos una buena Constitución a la que le hacen faltas unas reformas. Tenemos una ciudadanía moderadamente civilizada que se ha indignado cuando le ha faltado el curro y, por ende, el pan en sentido amplio. La peña, los parroquianos de los bares a los que aludes, no quieren más democracia, quieren pagar la hipoteca y mantener un buen nivel de vida, algo que me parece cojonudo, pero si los metes en una revolución, aunque sean liderados por los mejores del 15-M, terminarán saqueando, destruyendo y violando, porque eso, querido amigo, también forma parte de las revoluciones. Vale, a lo mejor me he pasado, tu revolución es una revolución incruenta (sólo se le parte la boca a algunos banqueros, suena bien, ¿verdad?). Pero quitando a la minoría del 15-M, ¿tú crees que la peña abstencionista va a luchar mucho por mejorar la sociedad en la que vivimos? ¿Tú crees que tu falta de voto ha debilitado en algo a los partidos políticos y ha traído más democracia de verdad a España, a tu pueblo? Sintetizando, y espero no haberte aburrido, querido Álex, creo que se puede estar en las plazas del mundo, indignarse, protestar, pensar, consensuar, luchar por una democracia mejor… y también ir a votar. Uniendo teoría y práctica se consiguen resultados excelentes.
PD: Por cierto, a pesar de que el PSOE de Benetússer implantara la Agenda 21 y contribuyera a una democracia más participativa (no fue lo único, en la legislatura pasada llovieron las infraestructuras en el pueblo) el PP le sacó más de 800 votos. Mira tú lo que le importa a la peña la democracia participativa.
Tal vez lo que le importa al votante es otra cosa. Si uno quiere puede buscarle lecturas particulares. Pero los números son claros. Si uno mira los porcentajes de participación en las elecciones de los últimos 16 años los resultados de PP y PSOE han sido muy igualados, siempre rondando el 34.5% de los votos, con diferencias por debajo del medio millón de votos.
Esta vez la diferencia ha sido mucho más grande, más de dos millones de votos, es decir, casi diez puntos y no ha sido precisamente por una mejoría del PP. Respecto a otras elecciones, los populares han mejorado casi 2 puntos, o lo que es lo mismo, casi medio millón de votos, lo que podía haber sido una diferencia normal en otras ocasiones. Hay un millón y medio de votos que sigue extraviado para el PSOE, siete puntos y pico… Algo más de un punto se ha ido a Izquierda Unida (unos 250.000 votos), otro punto más se ha ido al voto en blanco o nulo. Aun así, nos sigue quedando un millón de votos perdidos. Tal vez salga de las mejoras de otros partidos minoritarios.
Como dato, el paro se ha incrementado en 2400000 personas en lo que va de legislatura… Número similar a la diferencia de votos entre PP y PSOE.
La gente ha votado. Pero han castigado al PSOE. Ya sé que no he descubierto América. Sin embargo, creo que es importante notar que la gente no se ha quedado en casa más que otros años. Han participado, si cabe, más que en otras ocasiones (unos 750.000 más) y han decidido pintar de azul España. La pregunta, como diría Mou, es ¿por qué?
Los ciudadanos han votado mirando al escaparate nacional. Eso no es justo para los que se lo curran a nivel local, pero ¿quién ha dicho que la vida es justa? Está claro que las acciones de un partido a nivel nacional no deben condicionar el trabajo de sus miembros a nivel local. Al final, es una prueba de que lo que marca el día a día de la gente es la política nacional. Seguro que la mayoría sabe más de los entresijos de Moncloa que de lo que sucede en su consistorio: es lo que tiene la TV. Razón de más para promover la participación de los vecinos a nivel local, involucrarles en el funcionamiento de su comunidad. El partido que logre esto tiene muchos puntos ganados. Al final influye más la prensa del gobierno de la nación de lo que pueda hacer un presidente de comunidad autónoma en la otra punta del país.
Para finalizar, quiero mencionar la cuestión de la confianza. Tal vez, el ejecutivo que genera más expectativas sea el más castigado cuando desilusiona a sus electores. De nuevo, no es justo, porque hay que mirar el resultado en su conjunto. Pero está claro que un presidente que se las ha dado de paladín del bienestar social, promotor de la I+D, guardián de las esencias patrias de la izquierda, cuando les da miles de millones a los bancos, recorta los salarios y los derechos laborales, reduce las inversiones en I+D hasta los niveles del 1994… en fin, la desilusión que puede llegar a generar entre sus votantes puede ser muy peligrosa.
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