88. Las barbas de Mas
Del mismo modo que Mourinho recurre al famoso trivote cada vez que tiene un partido difícil y no sabe a quién poner, yo recurro a la actualidad española cuando dudo sobre qué tema tocar en Taberna de Armas. Así que, 1 de mayo y con la escalofriante cifra de la EPA (Encuesta de Población Activa) de 4,9 millones de parados, era obvio que debía hablar sobre el cultivo del algodón y el aderezo de la remolacha tempranera.
El espíritu de los tiempos es tan pobre y poco consistente (y mediocre), que cuando llegan a un acuerdo los dos principales partidos políticos españoles es para joder a la ciudadanía. El consenso no se utiliza ya para aprobar una Constitución o unos planes económicos y sociales que beneficien al ciudadano, sino para repartir prebendas y eludir responsabilidades.
Al principio me extrañó la escasa crítica de los portavoces peperos ante la cifra del paro. La verdad es que lo tenían muy fácil para pedir lo de siempre y un poquito más, pero han largado poco. Luego lo entendí. Más o menos tienen seguro que en un año ganan las elecciones, lo cual, empieza a darse cuenta Mariano, no deja de ser un marrón taco de gordo, porque no estamos en 1996 y la crisis no está a punto de acabar. A mediados de los 90 el PP llegó al gobierno cuando el país estaba ya recuperándose, pero ahora el milagro de los panes y los ladrillos no va a funcionar. Mariano está acojonado y no es para menos: sabe que el problema del paro se lo va a tener que comer crudito porque hay desempleo para rato. En su fuero interno debe de pensar que si las elecciones fueran dentro de dos años en vez de uno, el destino le haría un favor. De ser entrenador, sería el único que pediría prorrogar el partido porque sabe que cuando el árbitro pite el final, la copa la gestiona él.
Mariano cuenta además con un referente: Artur Mas. Tras dos legislaturas del tripartito, el independentista que cae bien a la derecha española entró en el gobierno catalán sin complejos y con ganas de cargarse la sanidad pública de su región. Se creía que lo iba a tener fácil, que iba a ser el que impusiera los recortes, el sheriff que afearía la conducta de los funcionarios y de todo lo que oliera a público, y que encima lo iban a aplaudir. Así lograría solucionar el problema y, de paso, evidenciar la falta de actitud de la izquierda ante la crisis. Pero resulta que no, que la realidad es un poquito más compleja de lo que desean los políticos y el pobre Artur está comprobando que más que seny, el catalán medio está hasta los cojones de que la crisis la paguen siempre los mismos, como en el resto de España.
El desempleo criminal que sufre nuestro país es un tema que se la sopla a la izquierda y a la derecha. Entre inútiles y corruptos anda el juego, a unos y otros votará una ciudadanía cada vez más sumisa, ignorante y mentecata, impávida ante lo relevante y embestidora frente a lo trivial. No me extraña que con los cuernos que soportamos nos toreen como lo hacen.
Tendría que aprobarse una ley para que cuando los parados superaran los 4 millones se celebraran elecciones generales nuevas sin que pudiera repetir ninguno de los diputados actuales (ni lo solucionan ni llegan a un acuerdo de Estado para luchar contra el mayor problema que vive hoy el país). No creo que dicha ley aportara gran cosa, desde luego no crearía empleo (como la última reforma laboral) pero puestos a joder, la ciudadanía también participaría de la orgía sin tener que poner siempre el ojete.