49. Banderas de España
Nunca vi en mi vida tantas banderas españolas como la noche del lunes 12 de julio en Madrid, cuando la multitud se echó a la calle para celebrar la victoria de la selección española de fútbol en el Mundial de Sudáfrica. Aunque también hubo jarana el domingo, tras el partido, fue el lunes el día de fiesta, cuando los 23 jugadores, subidos en el autobús, fueron arengados y ensalzados por cientos de miles de españoles. Las imágenes aéreas de Madrid, iluminada y llena de gente, de risas, de caras felices y celebraciones fue un bonito espectáculo que vieron millones de personas. Una noche hermosa. Un día de alegría que ha durado prácticamente una semana.
Aquella noche hubo una frase que me gustó, y eso que la dijo una triunfita –Edurne-: “Han hecho que nos sintamos orgullosos de ser españoles”. Tenía razón, aquellos 23 tipos (más el entrenador y todos los que les han ayudado) han conseguido que la gente pasee orgullosa la bandera por la calle, que la enseñe en los balcones y la ice hasta en las antenas de sus coches. Unos jóvenes que empezaron a jugar al fútbol hace 20 años han logrado todo eso. Una veintena que comenzó junto con miles de niños en los equipos de fútbol del barrio o del pueblo, y que, poco a poco, gracias a un proceso de criba y selección, fue creciendo y madurando en clubes y ligas superiores hasta convertirse en los 23 que nos representaron en el Mundial que ganaron, que ganamos.
Al Mundial de Sudáfrica de 2010, potencialmente, podían haber ido todos esos niños que comenzaron a darle patadas a un balón en la década de los 80 o los 90, esos niños que fueron quedándose en el camino, que llegada la adolescencia o la juventud abandonaron el césped por la caja de herramientas o la corbata, por la beca, por la lesión, por el restaurante de sus padres… Incluso hubo algunos que llegaron a ser profesionales y a vivir del fútbol y a jugar en primera división y en equipos importantes… pero al final sólo cabían 23 en ese autobús de la gloria y llamaron a los mejores. Y cuando los seleccionaron no buscaron en el dni sus apellidos, ni sus enchufes, ni sus cartas de recomendaciones… ni favores ni agravios. Eligieron a los más capaces para cumplir una misión y resulta que acaban siendo los mejores del mundo, para disfrute y orgullo de todo un país. Lúcido raciocinio, felicidad asegurada.
Han ganado una copa de oro macizo de cuatro kilos de peso, aunque para las celebraciones usan una de latón bañada en oro. Aquellos 23 tipos besaron la copa verdadera y ahora hacen lo mismo con la falsa, al igual que quienes posteriormente se han sumado a la fiesta, también los mediocres; y esa copa antaño reluciente, comienza a ser babeada por periodistas deportivos, cantantes, empresarios, políticos y banqueros, morralla o no, que desde luego no han pasado en su mayoría por un proceso de selección como el de los futbolistas. Aquí sí cabían los apellidos, el enchufe, Fulano, Mengano y Zetano.
Si la crisis económica mundial ha provocado que el paro suba en los países industrializados un 11%, y en España ha superado el 20 por algo será. No, no tenemos entre nosotros a los mejores políticos, ni a los mejores empresarios ni banqueros, ni tampoco a los más destacados sindicalistas. Ni Gobierno ni oposición tienen a una mayoría de gente capaz y trabajadora. Esos mismos que ahora ensucian con sus babas la copa de latón bañada en oro, tratando de contagiarse del éxito ajeno -que no del esfuerzo y de la capacidad-, fueron los mismos que accedieron a sus prebendas y privilegios gracias al enchufe, y a la mediocridad y cobardía de seleccionadores que les abrieron las puertas y aplanaron escalones movidos por el interés. Gran parte de nuestros líderes, desde el presidente del Gobierno hasta el encargado de un almacén, son gente débil y mediocre, marineritos engreídos en sus barcos durante los días soleados y acojonados hasta la médula cuando estalla el temporal.
Cómo de orgullosos nos sentiríamos todos los días de la bandera si nuestros líderes también fueran los mejores de entre nosotros. Tal vez así no la dejaríamos que se marchitara en el balcón, que la lluvia y el viento la ajaran y que la contaminación la ennegreciera; no la retiraríamos pronto por cansarnos de ella. No tendríamos que comprarnos una nueva dentro de dos años cuando la selección de fútbol volviera a jugar, único momento en el que volveremos a sentirnos orgullosos de España.
6 comentarios:
Por algo se empieza. Una semana entera de orgullo español. Y como bien dices, porque se ha buscado en el esfuerzo, en la aptitud, posiblemente también en la actitud. Por una vez se premia el trabajo bien hecho y el resultado a la vista está. Pagaría porque el artículo llegara a los dirigentes, a los apellidos, a los puestos de libre designación, a los sindicatos, a los médicos, a los barrenderos a todos los que se han sentido orgullosos para continuar el “por algo se empieza”.
Felicidades hermano!
Gracias, Lara. Desde luego es mejor que el éxito ajeno despierte nuestro orgullo y complicidad antes que nuestra envidia. Creo que el deporte de élite, sin dopaje de por medio, es tan bonito porque todos podemos apreciar que el vencedor lo ha sido, en muchas ocasiones, gracias a su esfuerzo y capacidad. Sin embargo, en otos ámbitos de la vida, vemos que muchas veces la recompensa es precisamente para el corrupto, el mediocre, el servil. Estas actitudes hacen que una sociedad juegue al suicidio colectivo, algo a lo que tenemos mucha afición en España. Un abrazo, hermana.
Otra vez das de lleno en la diana, en Mediocrilancida somos así, se apoya al que no va a causar problemas al "sistema", sabemos que arriba hay mucho mediocre, que entre ellos no se ven el culo por cortedad de vista y de miras, por egosismo puro; si llega una mente preclara los ve que están en pelotas, por eso siempre que pueden taponan la subida de gente con criterio propio.
El triunfo y el esfuerzo de otro lo hacen suyo como si de no estar ellos allí no habría triunfadores, y es que, el mediocre piensa que nadie salvo él sabe de su mentira.
No solo hay que mirar hacia arriba tambien es necesario mirar hacia abajo, si mediocre es el de arriba, el de abajo es ademas indolente y despreocupado por lo cotidiano, no se, si porque esta educado para esto por conveniencia del "sistema" o sensillamente por haber nacido en Mediocrilandia.
Es curioso, que en mi nueva “casa” no puedo pasar de leer la primera parte de esta interesante reflexión. Ojalá pudiera llegar a la segunda parte… Solo el día de la semifinal se oyó un aislado grito de “gol” al cual me sume aunque solo fuera por joder: de todos es sabido que no me apasiona el futbol, pero si lo suficiente como para ver los partidos de la selección. Y aunque no soy amante de celebraciones me alegré mucho. El día de la final, se gritó el gol (yo también) y algún loco se atrevió con un par de petardos. Literalmente se jugaba la vida.
Unos días antes de la final, en la calle mayor del pueblo apareció un enorme cartel en el que se decía algo así:
- Abajo la selección española
- Apoyo a una selección vasca
- Viva Holanda.
Más abajo, lo remataban con una pintada sobre la pared: “Españoles hijos de puta”
Me sorprendieron varias cosas… La primera es que quién concibió esto, ¡sabía escribir! Sorprendente, saben escribir. Lo segundo, fue el apoyo incondicional a la selección holandesa. Es curioso, Holanda ha dominado durante décadas a la población sudafricana. Todavía hoy, los grandes latifundistas que controlan el ganado, el vino y las tierras son descendientes de los primeros holandeses: altos, rubios y con ojos azules. Esa Holanda que apoyó el Apartheid, jugaba la final de un campeonato del mundo de futbol en Sudáfrica contra España y algunos elementos residentes en Euskadi se dedican a defender los colores de esa Holanda. ¿Y por qué?, porque consideran al Estado Español un ente opresor…. Sin comentarios.
Ya me extrañaba a mí que supieran escribir.
Gracias, amigos, vuestros comentarios taberneros son como el azúcar para mi café con leche: imprescindible. Muy buenas vuestras reflexiones sobre Mediocrilandia y la furibunda reacción aberzale ante la victoria de la selección española. Soy optimista, España evoluciona, pero más lentamente de lo que nos gustaría, y siempre unos cuantos pasos por detrás que nuestros vecinos, pero... ¡este año somos campeones!
Saludos y abrazos.
Publicar un comentario